Polonia

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Este verano hemos estado en Polonia, y todavía no me he puesto con el diario del viaje, así que poco a poco lo iré completando.

Decidimos ir a Polonia por ser un destino barato, al menos los alojamientos, comida, etc., y hoy en día es fácil encontrar vuelos bien de precio a las principales ciudades polacas. Y también porque nos apetecía volver a hacer con los amigos un viaje por la Europa del Este.


En esta ocasión fuimos 7, 5 adultos y dos niños, por lo que una vez más alquilamos una furgoneta para movernos por allí. Al preparar el itinerario decidimos ceñirnos a la zona sur del país, ya que las distancias son largas y no queríamos perder mucho tiempo en carretera, y aún así nos pegamos unas buenas palizas. Hay gente que un mismo viaje de dos semanas incluye las grandes ciudades polacas: Cracovia, Varsovia, Wroclaw, Gdansk... pero nosotros preferimos siempre centrarnos en zonas más reducidas y visitar sitios más pequeños o peculiares, así que el norte del país lo dejaremos pendiente para otra ocasión. La única excepción fue Varsovia, que fue el punto final del viaje. También queríamos ver algo de naturaleza, que no todo van a ser ciudades y pueblos. Con estos requerimientos salió este viaje, que poco a poco iré desgranando en los próximos posts En total estuvimos 18 días contando el de ida y el de vuelta, en los que no vimos nada.

Polonia nos ha gustado mucho aunque no ha sido el viaje más interesante de todos los que hemos hecho. Aún así merece la pena ir, espacialmente si os gusta la historia. Tiene unas cuantas ciudades monumentales, con unos centros históricos muy bien cuidados y restaurados en muchos casos, pueblos bonitos, buena comida... quizá le falte algo más de naturaleza espectacular. La inmensa mayoría del país es llano, y casi siempre te encuentras tierras dedicadas a la agricultura y algún bosque. Las montañas se concentran principalmente en el sur, en las fronteras con Chequia, Eslovaquia y Ucrania. Tiene un buen puñado de parques nacionales, aunque la mayoría son más bien pequeños, nosotros pudimos visitar tres de ellos, aunque se me quedó en el tintero el que para mí es el más peculiar, el de Bielowieza, compartido con Bielorrusia y donde quedan los últimos bisontes europeos. Lo veremos en otra ocasión.



En lo que sí destaca Polonia es en historia, o Historia en mayúsculas. Creo que pocos países de Europa tienen un pasado tan turbulento como los polacos. Debido a su ubicación entre grandes potencias y su gran y fértil territorio ha sido invadido en incontables ocasiones por cosacos, suecos, rusos, alemanes... Llegó a ser el país más grande de Europa durante su unión con Lituania (Unión de las dos Naciones, Edad Media) y en pocos siglos fue borrado del mapa al ser despedazado y repartido entre Prusia, Rusia y Austria-Hungría (particiones de Polonia, siglo XVIII).



Por si fuera poco, en el siglo XX vivió en primera persona el horror las dos guerra mundiales y después la oscuridad de las décadas de comunismo. Todo esto ha acabado marcando al país, que ha visto resurgir el fervor católico tras los años de comunismo, y hoy en día es una de sus señas de identidad. La veneración por Juan Pablo II es total, no hay iglesia que no tenga una estatua, foto o altar dedicada a él. La mayoría de la población es bastante conservadora, y su gobierno, uno de los más euroescépticos de la Unión Europea, con una política en cuanto a derechos sociales bastante restrictiva. Aún así, el contacto con los locales ha sido satisfactorio y en general nos han parecido muy agradables.

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Día 4 de Agosto, sábado:

El viaje de ida estaba previsto a primera hora de la tarde, desde Sevilla a Cracovia, con lo que contábamos con poder ir a hacer la compra para la semana que íbamos a estar en esta ciudad alojados en un apartamento. Lamentablemente nos retrasaron el vuelo unas horas y llegamos al aeropuerto Juan Pablo II de Cracovia bastante tarde. Menos mal que teníamos un servicio de transfer contratado con la agencia que nos alquiló el apartamento y en poco rato estábamos ya en el apartamento. La empresa es Apartamenty Splendor y alquilan unos cuantos. No está en el centro de la ciudad pero no está lejos, íbamos andando sin problema. Están al otro lado del río, y no estaba mal de precio.

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Día 5 de Agosto, domingo:

Nuestro primer día en Polonia lo dedicamos a conocer el centro de la segunda ciudad del país, Cracovia, y que además es la más monumental. A diferencia de otras grandes ciudades polacas no fue apenas bombardeada durante las guerras mundiales, lo que hizo que se conservara en buen estado y la mayoría de los edificios son originales, no como en Varsovia, que fue arrasada y reconstruida de cero prácticamente. Cracovia fue, además, la capital polaca durante buena parte de su historia hasta que Segismundo III la trasladó a Varsovia en 1596, de ahí su gran legado arquitectónico.

De camino al centro aprovechamos para cambiar euros por zlotys, la moneda local, y para desayunar en uno de los pocos sitios que vimos abiertos. Creo que no acertamos mucho ya que fueron muy lentos y no llegamos a tiempo al tour que teníamos previsto para la mañana. Eso sí, el sitio era curioso, ya que podías desayunar tranquilamente y después hacerte la permanente o unas mechas, o al revés.



La primera parada fue la Rynek, la plaza del mercado. Muchas ciudades polacas siguen el esquema típico de ciudades medievales, con una gran plaza del mercado y a su alrededor los principales edificios de la ciudad (catedral o iglesia relevante, ayuntamiento, comerciantes...). De hecho, en muchas ciudades y pueblos te encuentras la Rynek, que sería algo así como el equivalente a la Plaza Mayor en España. La de Cracovia es inmensa, de hecho es una de las más grandes de Europa. Está rodeada de edificios renacentistas y en centro se alza la Lonja de los Paños, un lugar antiguamente dedicado al comercio de paños y telas y que hoy en día está lleno de puestos de souvenirs y artesanía local.



En una esquina de la plaza, justo por donde entramos nosotros, se alza lo que queda del ayuntamiento renacentista, una preciosa torre, y justo enfrente, la iglesia de Santa María, una de los iconos más reconocibles de la ciudad y del país. Es una iglesia de ladrillo rojo y dos torres asimétricas. Tiene la particularidad de que a las 12:00 todos los días un trompetista (pertenece a los bomberos) hace sonar una melodía interrumpida que se aborta bruscamente. Según dicen, es un recuerdo de lo que pasó durante las invasiones tártaras, en las que un corneta avisó a la población pero fue alcanzado por una flecha cuando estaba dando la alarma.



Debajo de la Lonja de los Paños se encuetra el Rynek Underground. Es un museo moderno sobre la historia de la plaza y donde muestran los restos que se encontraron en las obras realizadas en la plaza hace unos años, mercancías, puestos de venta, etc. También recrean talleres y hay una maqueta del centro monumental de la ciudad. La verdad es que no me pareció nada interesante y no aconsejo visitarlo. Y en la planta de arriba de la lonja hay un pequeño museo de arte que no visitamos, pero sí la terraza de un bar con unas vistas a la plaza y la iglesia de Santa María muy buenas, ideal para descansar un rato a la sombra tomando algo y contemplando el panorama.

Salimos de la plaza por la calle Florianska, hacia el norte, para llegar a lo que queda de la muralla de la ciudad y la puerta de San Florián. La Cracovia medieval estaba rodeada completamente por una muralla de 3Km que incluía 47 torres, 8 entradas y un foso, pero fue derrumbada en el siglo XX y ya sólo queda un tramo en esta zona. Lo que era el foso ha sido sustituido por un anillo verde que conforma un parque que rodea todo el casco histórico. Esta puerta era la entrada a Cracovia desde Varsovia, por lo que era la puerta principal de la ciudad y por donde discurría el camino real. Justo al otro lado de la puerta se encuentra la Barbacana, de construcción más reciente, y que servía para reforzar la seguridad en esta zona y también como puerta monumental. Por cierto, según nos contaron después, cuando abrieron el primer Mac Donalds, que está aquí, hubo colas enormes. Se consideraba un sitio casi de lujo y se convirtió en una costumbre el pedir matrimonio en una romántica cena en este establecimiento.



Volvimos a entrar a la ciudad y nos encaminamos hacia la zona univesitaria, donde se puede visitar el Colegium Maius, la primera universidad de Polonia y por donde ha pasado gente tan importante y relvante como Copérnico. La visitas guiadas suelen ser en polaco, y hay pocos horarios en inglés, por lo que nos conformamos con ver el patio porticado que es gratuito. Justo al lado se encuentra la facultad donde estudió Juan Pablo II, que era origininario de un pueblo cercano, Wadowice, y que cursó sus estudios y fue ordenado sacerdote y luego obispo en Cracovia. De hecho, es posible realizar una ruta dedicada a su figura que recorre los lugares relacionados con él.



A pocos pasos de la zona universitaria se encuentra la Basílica de San Francisco, conocida sobre todo por sus vidrieras, pero que no pudimos ver dentro. Justo al lado se encuentra una explanada con césped donde las multitudes hacían guardia cuando Juan Pablo II se alojaba en el palacio episcopal en sus visitas a la ciudad, esperando a que el pontífice saliera al balcón y saludara.

Tras esta vuelta por el centro se nos hizo la hora de comer y estuvimos un rato buscando un sitio que nos convenciera. Al final optamos por uno donde probamos los típicos "pierogis", una especie de empanadillas rellenas. Los hay de varios tipos: con cebolla, queso, frutos rojos... No sería la última vez que las comiéramos durante el viaje, personalmente me gustaron bastante y son muy baratas.



Como por la mañana no pudimos llegar al tour del centro de la ciudad decidimos hacerlo por la tarde, ya que a las 4 hay un segundo pase. Elegimos un free tour en español, de esos que un guía te da un recorrido por la ciudad a pie y te va contando las cosas más interesantes. No tienen un precio fijo, si no que cada uno paga lo que cree conveniente al final de la visita (y algunos ni pagan, se van sin dar siquiera las gracias). Los hemos hecho ya en algunas ciudades y vienen bien para hacerse una idea de lo que estás viendo. La guía era muy buena, una barcelonesa residente en la ciudad hace años, y lo hizo muy entretenido y ameno. Al salir de comer nos pilló una tromba de agua y pensamos que no podríamos hacer el recorrido pero al final hubo suerte y para las 4 ya había dejado de llover. Básicamente recorrimos de nuevo los sitios que habíamos visto por la mañana pero mejor informados

El tour terminaba en el punto más importante de la ciudad a nivel monumental, la colina de Wawel. En esta zona junto al río es donde se encuentra el castillo real, sede del poder político polaco hasta el cambio de capital, y la catedral de Cracovia, con su mezcla de estilos. Llegamos justo al atardecer y la verdad es que la iluminación a esa hora es perfecta. Como era ya tarde no entramos ni al castillo ni a la catedral y los dejamos para el día siguiente. Debajo de la colina, junto al río, hay una figura de un dragón junto a la entrada a una cueva. La estatua echa fuego a intervalos regulares y está llena de niños haciéndose fotos.



Tras esto, cruzamos el puente y nos fuimos al apartamento para cenar y descansar para el día siguiente.

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Día 6 de Agosto, lunes:

Empezamos el día visitando la zona de la colina de Wawel, justo donde finalizó el tour del día anterior. Había leído que convenía estar muy temprano allí porque los tickets para las distintas zonas del castillo son limitados y se agotan rápido, además de que te dan cita para visitar cada parte a una hora en concreto, por lo que sueles echar toda la mañana incluyendo los ratos de espera. A las 8:30 ya estábamos allí y no teníamos mucha gente por delante, pero cuando nos tocó comprar la entrada nos enteramos de que ese día cerraban las dos partes más importantes del castillo: los aposentos reales, de estilo barroco y que incluyen el salón de los senadores y el de los diputados, y los aposentos reales privados, con habitaciones, mobiliario y tapices de la época. Del resto de estancias nos interesaba sólo el Tesoro de la Corona y la Armería, donde además de una exposición de armas de época (lanzas, espadas, cañones, etc), se podía ver una colección de joyas, incluyendo la espada utilizada en las coronaciones de reyes.





Tras esta visita frustrada al castillo nos fuimos a la Catedral, que está justo al lado y cuya entrada es gratuita, al menos para la zona general. Después hay capillas donde hay que pagar aparte y para la torre también. En la entrada de la catedral cuelgan los huesos de unos animales prehistóricos encontrados allí, y que los lugareños en su día atribuyeron al famoso dragón de Wawel. Según la leyenda, mientras los huesos sigan allí la catedral seguirá en pie. En esta catedral Juan Pablo II dio su primera misa como obispo, y por supuesto, hay una escultura conmemorativa en la puerta. La catedral es bastante impresionante por dentro, merece la pena verla. En la cripta encontramos la tumba de un expresidente polaco, Lech Kaczynski, muerto en 2010 en un accidente de avión en Rusia junto a muchos miembros de su gobierno.





Tras ver lo que pudimos de Wawel volvimos al centro, a la Rynek, para intentar ver por dentro la iglesia de Santa María, la de las torres asimétricas, ya que habíamos leído que era muy recomendable. Cuando llegamos aún no habian abierto porque estaba ocupada con una misa y ya había una cola considerable para visitarla. Esto es algo que nos pasó mucho en Polonia, que ibas a ver una iglesia y te la encontrabas con un montón de gente atendiendo los oficios, ahí se nota la religiosidad actual del país. La verdad es que el interior es impresionante, está profusamente decorada con un tono azul curioso y un retablo del altar mayor de madera policromada y dorada que es la mayor obra de arte medieval del país. Tras pasar un buen rato deleitándonos con la iglesia salimos fuera y nos fuimos a la Lonja de los Paños a tomar algo en la terraza que hay arriba y que nos recomendó la guía del freetour del día anterior. El precio es caro para ser Polonia, pero merece la pena tomarse algo allí arriba con esas vistas a la plaza.





Después del aperitivo ya nos dio la hora de comer y decidimos probar un bar de leche. Estos establecimientos nacieron en la época comunista para dar de comer a gente con pocos recursos. Se ofrecía comida casera a precios muy económicos, con muchos platos basados en productos lácteos, de ahí su nombre. Existen varios en Cracovia y en otras ciudades aún en activo, pero nosotros nos decantamos por uno que está en pleno centro de la ciudad, el Pod Temida (Grodzka 43). Es seguramente el más turístico por su ubicación entre la Rynek y Wawel, y porque además cuenta con la carta traducida al inglés, cosa que la mayoría no. La comida estaba buena, y barata, pero fue algo agobiante al pedir. Hay que hacer cola para pagar elegir y pagar en la caja y todo mientras te meten prisa, y con un calor insoportable y sin aire acondicionado. Además al haber tanta gente cuesta encontrar sitio para sentarte, y más si vas en un grupo grande como era nuestro caso, pero al final lo conseguimos.





Por la tarde teníamos previsto visitar el barrio judío de Cracovia, Kazimierz, con otro freetour. Este barrio fue originalmente una ciudad aparte de Cracovia, pero con el crecimiento de la ciudad acabó siendo absorvida. En 1494 los judíos fueron expulsados de Cracovia y se asentaron en esta ciudad situada justo al sur de Wawel, y posteriormente fueron llegados más judíos de otras zonas de Europa, llegando a converstirse en el mayor centro judío de Polonia. Durante la II Guerra Mundial los judíos eran mayoría en el barrio pero fueron trasladados a otro barrio, Podgorze, al otro lado del río, y confinados en un guetto inhumano, Desde allí, donde vivían en condiciones lamentables, eran enviados a los campos de concentración. En la plaza donde concentraban a los judíos para clasificarlos y enviarlos a los campos se ha instalado una escultura consistente en varias sillas en conmemoración de este acto.





La visita fue muy entretenida e instructiva, y la guía nos iba contando los secretos de Kazimierz, hoy reconvertido en el barrio hispter y alternativo de la ciudad, donde todavía quedan locales que ofrecen comida kosher y música klezmer. También entramos en una sinagoga que queda en activo, la de Isaac. Después se cruza el río Vístula y la visita continúa por Podgorze, el guetto, donde aún quedan casas con metralla de la segunda guerra mundial. También se puede ver la farmacia del Águila, donde el propietario organizó una red de ayuda a los judíos durante esos días difíciles. El tour finalizó en la puerta de la Fábrica de Oscar Schnidler, el de la famosa película de Spielberg, que ayudó a muchos judíos a escapar del horror Nazi. Allí nos contó que contrariamente a lo que solemos creer, Schindler no está bien considerado entre los judíos, ya que él era un empresario alemán y lo único que buscaba era salvar la mano de obra de la que se servía su fábrica (y otras de la zona), que eran los judíos del guetto. A al fábrica no entramos pero es visitable aunque no queda nada la fábrica original, es una exposición de mobiliario y objetos de la época.





Cuando terminó el tour la guía nos acompañó a la parada del tranvía y volvimos al centro de la ciudad, a la Ryenk, teníamos prevista una actividad un poco diferente. Tomamos unos cafés y unas tartas en una cafetería para hacer tiempo, ya que a las 8 de la tarde teníamos prevista una habitación de escape, Lost Souls Alley. En España hemos hecho ya unas cuantas y una amiga que estuvo en Cracovia en Navidad vio publicidad de ésta y nos la trajo. Además la temática era de miedo, así que era perfecta. Fuimos sólo 4 adultos, pues nuestra amiga Alicia se quedó fuera con los niños. Al final resultó que no era una Escape Room, más bien era un pasadizo del terror, donde para pasar de estancia en estancia había que resolver un pequeño acertijo o encontrar una llave. Todo ello en un ambiente tétrico y como de sitio abandonado, casi a oscuras y con una única linterna por grupo. Cuando entramos ya nos hicieron una pregunta que nos mosqueó: si queríamos sin dolor, con poco dolor o con mucho dolor. Evidentemente dijimos que sin dolor, y una pareja de alemanes que entraron con nosotros también. Menos mal, porque la experiencia fue muy intensa, adrenalina a tope, y muy recomendable si te gustan este tipo de cosas. Hay actores que interactúan contigo, y si elijes con dolor pueden atarte, arrastrarte por el suelo, etc.



Después de la terrorífica experiencia cenamos en un restaurante del centro y de vuelta a casa para descansar, que el día siguiente prometía también, con la visita de uno de los sitios más emblemáticos de Cracovia y una actividad pensada sobre todo en los niños.

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Día 7 de Agosto, Martes:

Por primera vez salíamos de Cracovia, aunque no nos íbamos muy lejos. El destino era las Minas de Sal de Wieliczka, una ciudad del área de Cracovia, a unos pocos kilómetros. Las minas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978, siendo uno de los primeros 12 monumentos que obtuvieron este reconocimiento en el mundo. Curiosamente, de esos 12 Polonia tenía 2: el centro de Cracovia y las minas de sal. Hay muchas agencias que organizan excursiones a las minas, te llevan y te traen desde el centro de la ciudad y te incluyen la entrada pero sale un poco caro. Nosotros lo hicimos por nuestra cuenta, llegamos con bus público, el 304, que pasaba al lado de nuestro apartamento. También se puede llegar fácilmente en tren pero en las fechas en que estuvimos nosotros no funcionaba porque están de obras. De hecho, la vuelta a la ciudad la queríamos hacer en tren porque nos venía mejor y acabamos cogiendo el bus de sustitución. Eso sí, si alguien quiere ir por su cuenta que saque las entradas con mucha antelación, nosotros las sacamos dos meses antes y casi no quedaban ya para la visita en español.



Las minas solamente se pueden visitar en grupos organizados con guía, y hay disponibilidad de tours en muchos idiomas, pero salvo el polaco y un poco el inglés el resto tienen uno o dos grupos diarios. Siempre hay muchísima gente pero está bien organizado y la visita se hace bien, aunque vas rápido porque detrás viene otro grupo achuchando Primero hay que bajar un montón de tramos de escaleras hasta el nivel donde empiezan los túneles visitables, y ya empiezas a ver recreaciones de cómo era el trabajo de los mineros. La verdad es que es bastante impresionante, hay hasta lagos subterráneos, y una sala enorme profusamente decorada con lámparas de araña y murales y altares esculpidos en sal, la capilla de Santa Kinga. Según nos contó la guía los domingos todavía se hacen misas en esta capilla, y hasta bodas si se tercia. Cómo no, también una estatua de Juan Pablo II. Cuando acabas la visita de la mina propiamente dicha puedes ver un documental en 5D (?) sobre las minas y también las salas donde se organizan banquetes. El complejo es enorme, y eso que no se ven todos los túneles. Con esta visita te puedes pasar fácilmente toda la mañana







Tras visitar las minas volvimos a Cracovia con el bus de sustitución del tren hasta la estación central, y de allí otro bus urbano hasta nuestro próximo destino: un parque acuático ubicado en la periferia de la ciudad. El parque incluye una zona cubierta con varias piscinas, toboganes, chorros de agua, jacuzzis, saunas... y también una zona de playa exterior. Se pueden comprar entradas de 1 hora, 2 horas o de día completo. Nosotros optamos por la de dos horas, que da tiempo más que sufiente para disfrutarlo ya que tampoco es demasiado grande. Esto lo planeamos sobre todo por los niños, que aunque aguantan bien las visitas culturales siempre agradecen algo de este estilo. Bueno, algunos adultos también lo disfrutaron especialmente....







Al salir volvimos al centro de la ciudad ya que teníamos otro freetour previsto, esta vez de la Cracovia macabra. En este recorrido nocturno por la ciudad aprovechas para verla con otros ojos y otra iluminación, y te van contando historias de fantasmas, asesinos, etc. La temática muy interesante, pero el guía que nos tocó regular, porque iba muy rápido de un punto a otro y no esperaba a que estuviera todo el grupo para empezar a relatar la siguiente parte.



Después del tour macabro cenamos algo por ahí y de vuelta a casa, que el día siguiente nos íbamos de excursión fuera de la ciudad y tocaba madrugar para recoger la furgoneta de alquiler.