Japón - Tokio

[lalala]

Graciassss. Información utilísima.

[Guildo]

El pasado mes de Febrero, aprovechando los dos meses de vacaciones de la universidad coreana, hice un viaje a Japón durante 16 días, del 12 al 27. Esta vez quería algo diferente a mis cinco veces anteriores. La novedad fue Nagoya, un onsen en las montañas de Gunma y Okinawa. Aproximadamente gasté unos 1200 euros entre vuelos (cinco), hoteles, trenes y comida. Aparte, lo que me costó una nueva cámara digital compacta tras la muerte en acto de servicio de mi anterior Lumix.

Iré comentando el viaje y poniendo fotos. Podéis encontrar el resto en mi Flickr.

Día 1, Miércoles 12 de Febrero

El vuelo MM016 de Peach Airlines, una de las compañías de bajo coste japonesa, sale a media tarde, a las 16:50, desde la terminal internacional del Aeropuerto de Gimhae. Desde donde vivía en Busan hasta allí se tarda unos tres cuartos desde Kyunsgung-Pukyong University a Sasang con la Línea 2, y luego el Busan-Gimhae Rapid Transit, más amable al ir sobre un viaducto. Pero cambio de planes, tenía hambre así que cojo un taxi que cuesta 12 euros. Sí, 12 euros ir al aeropuerto, y son 20 kilómetros.



Llego a eso de las 13 horas y espero un poco para facturar la maleta y sentirme descargado. Después de eso voy a comer como ya hice la anterior vez a un restaurante de comida japonesa. Tras una vuelta por la terminal y ver unos cuántos aviones me meto a la zona internacional y espero. Una espera amena con internet gratis e ilimitado.

[Fotos de otro viaje, pero sirven porque fue igual]
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A eso de las 16:30 llaman para embarcar. Me gusta cómo lo hacen las LC por aquí. Te hacen hacer una fila y por sectores y números. La entrada al avión es ordenada y se sale a la hora prevista… falso. Hubo un poco de retraso.

[Fotos de otro viaje, pero sirven porque fue igual]
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El vuelo dura poco más de una hora. El pero de esta compañía es que desde Busan solo puedes volar a Osaka… y encima a Kansai, el nuevo aeropuerto situado en una isla artificial en la bahía. De allí tenía que coger un tren hasta Osaka y luego otro hasta Nagoya. Mi idea era usar Kintetsu, una compañía privada. Desde el aeropuerto de Kansai con un espectacular y futurista tren rapi:t hasta la ciudad de Osaka, y desde allí el último intercity hasta Nagoya. Me ahorraba un poco de dinero y variaba la ruta habitual. Al llegar unos pocos minutos tarde y pasar un control de seguridad en la terminal 2 de Kansai no tuve otra opción que usar Japan Railway ¡Qué pena!



Este imprevisto estaba igualmente planeado. Los ferrocarriles japoneses, en sus billetes de papel hay condiciones muy interesantes, me informé y probé a ver qué tal. El plan era en el Aeropuerto de Kansai comprar un billete hasta Tokio, esto incluye dos trenes, el Haruka (tren al aeropuerto) y el Nozomi Shinkansen (el más rápido). Pero en el Shinkansen, con el billete único como si fuera un solo viaje, permite hacer diferentes paradas durante X tiempo en función de los kilómetros. En mi caso son unos 500 km entre Osaka y Tokio lo que me permitía hacer una parada (stop over) y poder seguir hacia Tokio más adelante.

Y eso es lo que hice. Pedí un billete desde Kansai a Tokio con stop over en Nagoya. Lo mejor fue que el de la taquilla no se sorprendió de lo que pedía y en un momento me hizo el billete único con el precio total y luego tres billetes independientes más, desde Kansai Airport a Shin-Osaka, de Shin-Osaka a Nagoya, y de Nagoya a Tokio. Parece muy complicado pero no lo es.


El primero hay que conservarlo como si no hubiera un mañana. Es el precio entre lo ahí indicado "Kansai Airport - Tokyo Ward Area", eso quiere decir que tengo cercanías "gratis" sin salir de la estación de correspondencia hasta cualquier otra estación de Tokio. Se tiene que enseñar cada vez que pasas los tornos. Los siguientes billetes son los diferentes trenes que tengo que coger, lo que hay que enseñar al revisor. Permiten todos los cambios que quieras sin coste alguno.

Y me subo a bordo del Haruka, un tren preparado para la gente que quiere dormir… y no ser molestada por el interventor.

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Luego una hora más de viaje hasta Nagoya en Tren Bala. Qué ilusión, por primera vez en un Nozomi, y encima en un N700, el más rápido de la línea.

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Ya en la estación de Nagoya son cinco minutos caminando hasta el hotel. Para ser una gran ciudad, te sales de la plaza de la estación y ya todo tiene un aire exageradamente tranquilo como era el caso de la situación del hotel, en una avenida principal. Una señora mayor y su hija parece que lo regentan. Ellas viven en la primera planta junto a la recepción. Me explican las normas en engrish, la recepción cierra a las 22horas, hay una puerta abierta y cosas así. Es el hotel New Shochikubai, con habitaciones individuales pequeñitas pero limpias y lavabos y duchas en zonas comunes. Costó 60 euros dos noches. No está mal y no es mucho más caro que los Guest House con literas.

Habitualmente cuando llego de viaje me gusta ducharme, me siento sucio. El viaje esta vez era corto y perdía el encanto de otras veces que llegas a Japón tras 15 horas de vuelo… aquí solo era una hora. Voy a buscar el metro hacia el centro, quiero cenar Ramen.

A eso de las 23 horas decido regresar al hotel a descansar. Morgen ist ein neuer Tag.

[Guildo]

Día 2, Jueves 13 de Febrero

Me levanto a una hora de señor, las 7 de la mañana, tras asearme dispongo a comenzar un nuevo día visitando la ciudad de Nagoya. La cuarta del país con 2 millones y cuarto de habitantes. Es posiblemente la ciudad más industrializada del país. Aquí están Toyota y Mitsubishi, muchas otras de componentes, otras dedicadas a la aeronáutica y también a los robots. JR Central, la empresa que gestiona el Shinkansen entre Tokio y Osaka, uno de los más usados del mundo, también tiene su sede aquí. De esta región también es Oda Nobunaga.

Tras desayunar en una cafetería próxima a la estación pruebo los trenes de Meitetsu, la principal compañía privada de la región y voy a visitar el Gran Santuario de Atsuta al sur de la ciudad. El santuario como es habitual está dentro de un parque tranquilo. Claro, es pronto por la mañana y los japoneses van al trabajo o la escuela y entrañables señoras se dedican a sus tareas del hogar.

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Primeros ciruelos en flor ¡pleno mes de Febrero!

Del principal santuario Shinto de la ciudad cojo el metro para ir hasta el principal templo Budista, el de Osu Kannon. Mucho más urbano que el anterior está rodeado de edificios y un shotengai o distrito comercial que a esas horas todavía no tiene mucho movimiento.

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Cumplido el tema religioso decido volver hasta la estación de Nagoya caminando y haciendo lo que más me gusta, contemplar la vida diaria de los nativos. Unos bomberos haciendo ejercicios matutinos. Un pequeño negocio de venta de pan donde te preparan sandwiches frescos y baratísimos, autopistas urbanas a la altura de un cuarto…



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El primer fallo del viaje lo cometo aquí. Quiero ir a comprar una nueva cámara compacta, y tengo visto un modelo… pero en Japón solo venden el modelo con instrucciones en japonés, otras marcas sí lo tienen en inglés pero Lumix de Panasonic no. Pierdo demasiado tiempo mirando en Sofmap y Bic Camera, y más que pierdo cuando trato de activar los datos de una SIM prepago.

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Tras encantarme con la tecnología y acabar sin comprar la cámara me dirijo al hit del viaje a Nagoya, el museo JR Central Maglev & Railway Park en el puerto. En este delicioso museo ferroviario tienen expuestos diferentes cabinas originales del proyecto Maglev y los trenes bala Serie 0, 100, 300 y 700 además de muchísimos otros trenes, maquetas y frikadas ferroviarias.

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Los Maglev

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Series 700, 300, 100 y 0

Lamentablemente todavía no estaban las exposiciones especiales sobre el 50 aniversario del Shinkansen que se celebra el 1 de Octubre.

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Tras el par de horas en el museo vuelvo a coger el mismo tren de vuelta hasta la estación de Nagoya, subo a las torres de JR Central (245 metros), doy una vuelta por Tokyu Hands y cojo la línea Higashiyama de Metro hasta el final para luego coger otro motivo por el cual visito Nagoya: el Maglev Linimo.



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Linimo es una línea con trenes Maglev pero que no van a 500 kilómetros hora, esto es un simple tren de cercanías pero con levitación magnética. No se nota que se mueve. Mola. Se inauguró para la Expo de Aichi de 2005 y desde luego es la mejor forma de llegar al recinto desde la ciudad.

Me encuentro en la estación de Yakusa, deben ser las cuatro de la tarde y se está haciendo de noche. Estoy en un lugar a 20 kilómetros del centro de Nagoya pero que parece rural, rodeado de montes arbolados y alguna casita junto a la línea de tren orbital de Nagoya. No es que esté acojinado pero me siento el primer occidental en ese barrio. Chavales con sus uniformes regresan a casa. Otros adultos también finalizan sus clases, cerca se encuentra la Universidad de Aichi y el Instituto de Tecnología de Aichi. Casi nada.

Estoy en un entorno emosórico a la vez que fascinante por su nada y debo regresar a la ciudad. No contento con hacer el mismo camino de vuelta… regreso por el camino más largo. Esto es coger la Aichi Loop Line hasta Okazaki, y desde allí otro tren de cercanías hasta Nagoya. 50 kilómetros de propina por la cara. Estoy fatal.



Okazaki es un pueblo, no sé si llamarlo dormitorio, Nagoya no tiene la escala de Tokio por tanto, aunque está a 30 kilómetros de la ciudad creo que tiene entidad suficiente como para no llamarlo ciudad-dormitorio. Tiene sus cositas como parques, ríos y un castillo. Pero yo no paso de la estación donde espero el primer tren rápido hacia Nagoya… que va bastante lleno aunque consigo sentarme.

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Esperando el tren rápido en Okazaki

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Sentado en el tren rápido hacia Nagoya

El día no durará mucho más y tras curiosear por tiendas de manga y anime con secciones algo guarrillas, pero sin el bullicio de Tokio me vuelvo al hotel a dormir. Mañana toca levantarse antes de las 5.

[Guildo]

Tercera parte. Me he retrasado un poco pues demasiadas cosas había que contar.


Día 3, Viernes 14 de Febrero

Tercer día de viaje y hago una de las cosas que más me gusta cuando estoy en Japón: madrugar. Un poco antes de las 5 de la mañana me despierto, compruebo en la tele el tiempo (las noticias comienzan a las 4:30) y me ducho. Las previsiones la noche anterior daban nieve. Estupendo. El plan del día era estar en la estación de Nagoya para coger un tren de Kintetsu (una compañía privada de la zona) para ir a Ise, a hora y media de viaje. Allí hay uno de los santuarios más importantes de Japón, la famosa isla de las perlas de Mikimoto y las rocas de Meoto Iwa.



El caso es que termino de preparar la maleta, a la tarde cojo el Shinkansen a Tokio. Salgo del hotel y nieva con ganas. Apenas cuaja en los parterres de la avenida. Menos mal que apenas son 10 minutos hasta la estación. En una taquilla estratégica pongo la maleta. Me encantan los millones de consignas que hay en las estaciones japonesas. Son baratos y no hay la tontería que tiene Adif de controles y otras mamandurrias. Para los transportes “urbanos” uso la tarjeta monedero que sirve para todo Japón pero me aseguro que el tren va al lugar indicado. Poco antes de las 5:30 el tren llega al andén, aprovecho para comprar el desayuno en una tienda de conveniencia que hay en los andenes y salimos. Es el primer tren de la mañana y el primero que llega a Ise desde Nagoya.

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A pesar de ser el primer tren de la mañana ya hay bastante gente, incluso algunos jóvenes que se dirigen a clase. En Japón es común que hasta los chavales hagan largos desplazamientos a escuelas lejanas, tal vez privadas. También pueden entrar antes de la hora habitual para practicar deportes con el rocío.

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Aprovechando que en España todavía no es medianoche, hablo por Skype con mi madre ¡desde un tren! me siento poderoso y en el futuro.

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A pesar que sigue nevando con ganas, el tren llega a su hora a la estación de Iseshi. El panorama en esta ciudad es de nieve, nieve y más nieve. Eso junto a que apenas son las 7 de la mañana hace que la explanada de autobuses esté llena de nieve pues todavía no han pasado las quitanieves.



Esperando el autobús hasta los santuarios voy a por alguna bebida caliente. Lo peor es la humedad sin duda. Me planté pensando que no nevaría ningún día y que con unas Vans tiraría. #NO. En el autobús soy prácticamente el único, y en el recinto del “santuario interior” o Naiku, estoy prácticamente solo. ¡Es enorme! la nieve se va acumulando.

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Todo lo que veo del santuario

Realmente no sé por dónde voy así que me limito a seguir las grandes calles flanqueadas por altísimos árboles con las ramas cubiertas de nieve. Ahora un río, ahora una parte del templo, ahora me cae un montón de nieve que cede de un árbol… Llega un momento, en medio del complejo que ocupa toda la ladera de una montaña que me obliga a entrar a otro recinto. Con el tiempo he visto que llegué al “final” y que tras esa puerta estaba el verdadero Santuario Naiku de Izu donde reside Amaterasu. El caso es que no quería pasar porque había un fotógrafo que se tomaba su tiempo para hacer una composición de la entrada final al santuario y la nieve. Como no paraba de caerme nieve de los árboles y ya estaba hasta el moño decidí dar media vuelta, vi en una zona de descanso unas gallinas sueltas y a esperar el autobús. El plan original era estar más rato en ese santuario, visitar el “santuario exterior” o Geku que está cerca de la estación y luego ir a la isla de las perlas de Mikimito y Meoto Iwa… pero cada vez nevaba más y por la tarde tenía que estar en Nagoya así que decido regresar lo antes posible a la ciudad y cambiar mi tren por otro más temprano.

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A esto ni le doy importancia.

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¿Ven esa nieve en las ramas? varias veces cayó sobre mi paraguas.

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El viaje en autobús es entretenido, ¡los viajes en autobús por Japón siempre son entretenidos! además estoy sentado junto al conductor, todo feliz él con su gorro de plato, sus guantes y el micrófono al ir cantando la parada tras la voz automática, o cuando para en un semáforo y luego dice que va a arrancar. Maravilloso.

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Dado que había ido hasta Ise con el tren de Kintetsu decido volver con el mismo, es el más rápido pienso. Desde luego el viaje es más rápido que con JR, el problema empieza cuando espero el tren en el andén y no llega. Van pasando trenes por la otra vía pero muchos no pasan de esa estación. En el mismo andén hay una oficina con gente trabajando así que pregunto y me dicen que la vía está cortada desde Ise hasta el final en Toba, un poco más al sur, y que los trenes hacia Nagoya van cuando pueden.

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Tren que viene de Nagoya y va a Toba.

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Al final llega un tren, es del mismo modelo que con el que vine. La marcha hacia Nagoya es bastante buena pese a la nevada aunque en las estaciones intermedias el tren hace las paradas más largas para que quiten la nieve de los pantógrafos.

Todo va más o bien hasta que el tren eléctrico llega a la estación de Matsusaka (sí, como la profesora de Shin-chan) a apenas 20 kilómetros del punto de partida. Allí el tren se para, dicen que nos bajemos del mismo y luces fuera. Me quedo con cara de WTF!? y preguntando por los siguientes trenes de Kintetsu para ir hacia Nagoya; la línea está totalmente cerrada me dice el personal de la estación.

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La catenaria de mi tren no puede más.

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Matsusaka a eso de las 10 y pico de la mañana.

Bien, cierto que apenas son las 10 de la mañana pero estoy inquieto. Puedo recargar el móvil en un enchufe que hay en el pasillo superior que conecta con los andenes. Mucha gente esperando con tranquilidad a que se recupere la normalidad. Pregunto si hay buses hacia Nagoya, todos completos. Observo que la estación es compartida entre Kintetsu y JR, y que no hay que volver a marcar el billete (o eso creo) así que viendo que los trenes de JR son de tracción diésel pienso que tendrán menos problemas para avanzar. Así, vuelvo a preguntar ahora al personal de JR y me dicen que pronto llegará un expreso hacia Nagoya, que pague en el tren o al llegar al destino.

Bien, llevo dos horas en esa estación y veo que hay un pequeño local de ramen, pero pienso que llegará el tren y estaré con los fideos en la boca así que pasando. Al final habría tenido tiempo y no comí esos fideos de una entrañable señora en un local cutre y algo sucio.

Llega el tren diésel de JR y subo. Sorprendentemente mucha gente no lo coge, entiendo que es gente que ha comprado otro billete y quiere ser legal, pero el caso es que el tren no va lleno. Al cabo de dos horas, va más lento de lo habitual llegamos a Nagoya, allí no ha nevado demasiado pero hay problemas en los trenes de alta velocidad. Al llegar a los tornos para marcar el billete de salida lógicamente no puedo, digo que vengo de Matsusaka con tal tren, pago y me dejan salir sin ningún problema. Esta pequeña anécdota tendrá consecuencias en Tokio.

Todavía es pronto y mi tren sale pasadas las 15 horas, así que como allí ya nada tengo que hacer voy a que me cambien el billete para un tren más temprano. Al final es el Nozomi 350 de las 14:03 que llega con media hora de retraso por problemas con la nieve. Es la primera vez que en Japón espero un tren con retraso.

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El tren lleva buen ritmo y creo que recupera tiempo para cuando llego a Shinagawa. En esa estación y con el mismo billete cambio a un tren de la línea Yamanote. Todavía no es la hora punta pero va hasta los topes. La tormenta de nieve se acerca y mucha gente adelanta su regreso a casa. Es la primera vez que voy en tren y me siento verdaderamente como una sardina. Solo algún festival en los Ferrocarrils de la Generalitat para subir a Universitat Autònoma o la Línea 5 de Barcelona en hora punta son tan agobiantes como la experiencia sufrida en la Yamanote. En Nippori vuelvo a cambiar a un tren de la línea Joban, me he cruzado de sur a norte la ciudad y quedan un par de estaciones más hasta llegar a Minami-Senju, un barrio residencial tokiota, de gente trabajadora, sin grandes lujos y con hoteles baratos para gente joven. El mío es el Palace Japan que está a 5 minutos caminando al sur de la estación.





La joven recepcionista prepara el papeleo y me explica cómo funcionan las cosas en el hotel. Habla muy bien inglés y pregunta por lo que hago en Tokio. El hostel es nuevo, el edificio parece nuevo vaya, y está al lado de otro viejuno y que se ve sin actividad que se llama igual. Mi habitación está en el séptimo piso. Me encanta la moqueta que usan los japoneses, menos gruesa y por tanto más dura que la inglesa, por decirlo de alguna manera. La habitación es pequeña, del estilo del hotel de Nagoya, tiene un pequeño armario empotrado suficiente para poner la maleta, zapatos y ropa, una generosa cama, una mesa con tele, taburete y nevera. Hay una gran ventana que si bien no llega hasta el suelo da a una terraza con buenas vistas a la ciudad. Teóricamente a la terraza no se debería poder salir.


El hotel en Street View.


Mi habitación en mi smartphone de última generación.

En cada planta del hotel hay un bonito lavabo para mujeres frente al ascensor con retrete con botoncitos. El de los hombres es más grande pero las tazas del wáter son más simples y solo tienen sistema de calefacción, que ya es algo, así como urinarios, mejor porque la gente tiene esa cochina manía de mear de pie frente al retrete. Además hay dos cabinas de duchas, diferentes a hosteles europeos, aquí cada ducha está dentro de una habitación con una zona para cambiarse de ropa y luego tras una puerta la ducha, bastante amplia en módulo prefabricado de plástico, es muy limpio la verdad. Luego hay otra habitación con un baño también prefabricado, más grande que el anterior y de tipo japonés con la bañera para meterse en agua caliente y la zona de ducha. Además de todo esto hay una cocina y varios balcones laterales con excelentes vistas de la ciudad, especialmente de la parte norte, los distritos de Arakawa, Taito y Sumida con la imponente Tokyo Skytree.


A pesar que son las seis de la tarde ya es noche cerrada y está la tarde como para salir.

Todavía es pronto pero durante la tarde poco más voy a hacer, he quedado con un conocido en Akihabara así que vuelvo a la estación del barrio para tomar el tren. Des Minami-Senju hay tres opciones para llegar a la ciudad electrónico. En Metro a través de la línea Hibiya (cinco paradas), en JR cambiando de tren en Nippori o Ueno (un poco más tedioso) y en Tsukuba Express, un tren de cercanías rápido que conecta Akihabara con la ciudad-universidad de Tsukuba, bastante lejos de la capital. Ciertamente quería probar esta línea que además es la manera más rápida de llegar a Akiba, voy tan contento con mi tarjeta monedero (la misma usada en Nagoya y la misma usada cuando salí pitando de Ise) y no me deja acceder a los andenes. Drama ¡pero si la tengo cargada!, afortunadamente en Japón todas las estaciones tienen personal que es gente preparada y no eventuales que no tienen ni idea de trenes y con más ganas de irse a ver la tele que trabajar. Allí me dicen poniendo la tarjeta en un lector que la había validado en la estación de Ise de Kintetsu pero que no estaba “el viaje cerrado”, le comenté qué pasó y simplemente me desactivaron ese viaje inacabado. La verdad es que estaba flipando como las máquinas de una estación a 400 kilómetros de la otra, de una compañía sin relación alguna pueda tener esta información y demuestra lo bien que se ha hecho la integración de tarjetas monedero en Japón.

Trayecto corto y ahí estoy como cada vez que piso Tokio, lo primero Akihabara. No tengo que comprar nada pero es un lugar icónico. La serie Densha Otoko muestra bien la realidad de este barrio. Nieva con fuerza así que cuando llega mi amigo desde su trabajo en Shinagawa vamos directamente a un Starbucks con vistas a los andenes de la estación de Akihabara. Aquí todo es muy friki, hasta las cafeterías de cadena. Charlamos de la vida en general y de la vida japonesa en particular, y tanteo a ver qué tal sería trasladarse a vivir a Japón, no es fácil pero tampoco imposible. Algún día.

Vuelvo al hotel y nieva con fuerza, afortunadamente mis Vans aguantan.

[omaringa]

Algún día no me importaría ir a visitar Japón.

Pues ese día ha llegado

Al final nos hemos lanzado y este verano nos vamos a Japón!! Llevo organizándolo desde Septiembre prácticamente, y el recorrido y cosas para ver ya está casi todo. Tenemos los vuelos, los alojamientos... ya sólo falta terminar de pulir qué ver en las grandes ciudades y cómo distribuir las visitas y el tema del JR PASS y un alquiler de coche que necesitaremos para un día. Aún así os dejo el itinerario por si alguien puede dar algún consejo. Aviso de que no es el itinerario más habitual en un viaje a Japón, ya que hemos metido alguna cosa que quizá choque un poco pero han sido requerimientos de los miembros del grupo que viajamos Ninguno somos especialmente fans del manga ni nada de esto, pero sí nos llaman la atención otras cosas como el terror japonés, los parques de atracciones, naturaleza y visitar sitios que se salgan un poco de lo habitual, aunque hemos metido, por supuesto, algunos puntos indispensables en un primer viaje a Japón.

Día 27 julio: salida desde Málaga. Hacemos una escala larga en Helsinki, por lo que aprovecharemos para dar una vuelta por la capital finesa, tenemos unas 10 horas entre vuelos.

Día 28 de Julio: llegada a Osaka-Kansai por la mañana temprano. Nos vamos desde allí a Kioto donde pasaremos 6 noches. Tenemos el hotel cerca de la estación de Kioto por lo que esa tarde aprovecharemos para conocer la zona más cercana a ella: torre de Kioto, un par de templos, la sede original de Nintendo...

Día 29, 30 y 31 de Julio: Kioto. Aún no tengo la distribución de los días, así que se aceptan sugerencias. Queremos ver lo típico: los templos más importantes, barios de Gheisas, castillo Nijo, Arashiyama... No lo tengo muy estudiado aún. Es necesario un día completo para la zona de Arashiyama?

Día 1 de Agosto: Excursión a Nara y Fushimi Inara desde Kioto.

Día 2 de Agosto: Excursión a Himeji y Kobe desde Kioto.

Día 3 de Agosto: Traslado y visita de la isla de Miyajima, donde nos quedamos a dormir una noche ya que queremos estar allí al menos una para ver la zona sin mucha gente.

Día 4 de Agosto: Traslado a Beppu, en Kyushu, y esa misma tarde hacer la ruta de los 8 infiernos.

Día 5 de Agosto: Ver otros puntos de interés de Beppu y aprovechar para probar los onsen tradicionales.

Día 6 de Agosto: alquilamos un coche y recorremos parte de la isla de Kyushu: Usuki, Takachiho, volcán Aso.

Día 7 de Agosto: Traslado a Matsusaka y de camino paramos unas horas en Hiroshima.

Día 8 de Agosto: Parque de atracciones Shima Spain Village.

Día 9 de Agosto: Traslado a Takayama y por la tarde vamos a Shirakawago.

Día 10 de Agosto: Takayama.

Día 11 de Agosto: Traslado a la zona de los 5 lagos. Por la tarde queremos ir a ver la pagoda Chureito y sus vistas del Fuji (si hay suerte...).

Día 12 de Agosto: Kawaguchiko, bosque de los suicidios, etc. Recorrido en bus por la zona.

Día 13 de Agosto: Parque de atracciones Fuij-Q sobre todo por su casa del terror.

Día 14 de Agosto: Traslado a Tokio. Por la tarde seguramente Akihabara.

Días 15 al 20 de Agosto: Tokio, y dos días de ellos excursiones a Nikko y Kamakura-Yokohama. Además de ver lo típico queremos hacer un tour de fantasmas y misterios de Tokio, asistir a un teatro kabuki.

Día 21 de Agosto: Vuelta a España.

Sobre todo me vendrían bien consejos sobre Kioto y Tokio, cosas curiosas para ver o hacer, distribución de las visitas según los días, etc.

[omaringa]

Bueno, pues ya estamos de vuelta!! ha sido un viaje intenso, bastante agotador y con ciertos contratiempos que nos han hecho perder algún día, pero al final ha merecido la pena y lo hemos disfrutado mucho. Movernos por Japón nos ha resultado bastante fácil, también es verdad que lo llevábamos todo muy estudiado desde aquí (llevaba una guía hecha por mí de unas 250 páginas en el móvil ), y nos ha maravillado la amabilidad y disponibilidad para ayudar de los japoneses. Es cierto que son muy organizados y aunque no se manejan demasiado bien en inglés (la mayoría nada de nada), en muchos sitios tenían información escrita en inglés que podíamos leer para enterarnos de qué iba todo.

Creo que nos ha quedado un viaje muy variado, con templos, ciudades, naturaleza, frikadas varias, comidas y experiencias nuevas... Durante estos días iré desgranando lo que hemos visto en forma de diario, ya que es la forma que me resulta más cómoda para organizar las visitas. El viaje por Japón ha durado 25 días, así que da para mucho, y no sólo Tokio, nos hemos movido por muchas ciudades y regiones japonesas, así que esto va a durar. El grupo que hemos viajado estaba compuesto por 6 personas: Iceman y yo y 4 amigos más. En algunos momentos del viaje no hemos ido todos juntos ya que cada cual tenía sus intereses y nos hemos separado algunos días para ver cosas distintas, así que aquí me ceñiré a lo que Iceman y yo vivimos.

PREVIAJE

Ya en 2016 Iceman dijo que le gustaría ir a Japón y ya estuve mirando qué se podía visitar por allí, ya que no éramos fans del país ni mucho menos. Mis conocimientos al respecto eran bastante limitados y me puse a leer foros y páginas de internet y vi el que el viaje tenía muuuuuchas posibilidades. Como ese verano ya lo teníamos ocupado con el viaje a Escocia lo dejamos para 2017, que no es año de oposiciones, y tendíamos los dos meses de verano libres para poder hacer un viaje largo y conocer lo máximo posible.

Desde Septiembre de 2016 ya teníamos el itinerario definido, qué ciudades íbamos a ver, dónde dormir, etc, y entre octubre y noviembre reservamos los hoteles y alguna casa con Airbnb. Esta última opción nos gusta mucho pero en Japón no hay mucha disponibilidad y menos con nuestros requisitos: espacio para 6 personas y al menos dos baños, así que al final solo pudimos alquilar dos, el resto fueron hoteles.

Dentro del itinerario dos ciudades tenían un peso muy importante, Kioto y Tokio, muy distintas entre sí pero igualmente imprescindibles, y quizá lo que más me costó fue distribuir las visitas en los días que teníamos para cada una de ellas, especialmente en Kioto, de forma que se minimizara el tiempo "perdido" en transportes.

Para movernos por Japón compramos el JR PASS, algo imprescindible si queréis viajar mucho en tren. JR es la compañía nacional ferroviaria y este pase te permite coger casi todos los trenes que ellos operan por todo el país de forma gratuita, y además puedes reservar los asientos gratis, cosa que con billetes normales implica un coste adicional que puede ser elevado en algún caso. En algunas zonas no llegan los trenes de la JR pero existen compañías privadas para dar servicio y estos trenes no están incluidos en el bono. En algún momento también tuvimos que recurrir a estos trenes pero fueron igualmente efectivos y organizados.

Existen tres modalidades de JR PASS: para 7 días, 14 días y 21 días. Nosotros cogimos la de 21 días por la duración de nuestro viaje y la activamos después de los días dedicados a visitar Kioto, al principio del viaje, ya que en esta ciudad no se puede utilizar apenas y sí en Tokio, que lo teníamos programado para el final. El precio es de unos 440 euros por persona pero lo hemos amortizado con creces.




Los problemas con el viaje empezaron antes de partir, todavía en Ceuta. Iceman ha tenido algún problema con piedras en el riñón y 5 días antes de la salida tuvimos que ir a urgencias porque le estaba doliendo bastante. Cuando le ha pasado lo único que le dan son calmantes ya que dicen que tiene que expulsar la piedra por sí mismo, y toca aguantar. Durante los días siguientes tuvo molestias pero el día que íbamos hacia Málaga (el vuelo salía de allí), tuvo dolores más fuertes y tuvimos que ir también a urgencias en Málaga. Llegamos al aeropuerto apenas una hora antes de cerrar el embarque y estuvimos planteándonos el cancelar el viaje, o al menos quedarnos unos días en España hasta que echara la piedra y comprar un vuelo para reengarncharnos después, pero al final decidió seguir adelante con el viaje.

Nuestro vuelo era Málaga-Osaka con escala larga en Helsinki, de unas 10 horas, que queríamos aprovechar para conocer la capital de Finlandia. El primer vuelo fue bien, salimos a ver la ciudad y visitamos algunas puntos de interés que ya contaré en el post correspondiente. Pero sobre la hora de comer le empezó a doler otra vez y él y yo nos volvimos al aeropuerto antes de lo planeado. Se tomó los calmantes que le habían recetado pero no mejoró sustancialmente.

El vuelo de Helsinki a Osaka lo pasó fatal. Le dolía mucho y no podíamos hacer nada, así que en cuanto aterrizamos en Osaka dijo que teníamos que ir a un hospital en Japón. Cuento esta historia porque esto marcó el principio del viaje y alteró los primeros días completamente. Por suerte habíamos contratado un seguro médico bastante bueno y que además te atendían en español, lo que facilitó mucho las cosas.

Día 28 de Julio, viernes:

Como acabo de decir, la llegada al aeropuerto de Osaka fue bastante problemática. Iceman se encontraba bastante mal pero antes de ir al hospital decidimos que era mejor hacerlo en Kioto, la ciudad donde pasaríamos los primeros días en Japón, así que teníamos que hacer algunos trámites primero: cambiar dinero, recoger el JR PASS en la oficina de JR en el aeropuerto y comprar el billete para Kioto, ya que el JRP lo activamos para el día 1 de Agosto.

Nada más salir de aeropuerto comprobamos algo de lo que ya veníamos avisados: el calor y la humedad. En Agosto el clima en Japón es bastante insoportable. Mucho calor y mucha humedad y encima este año ha llovido mucho, según nos han dicho ha sido el verano más lluvioso en 40 años. La bofetada que sientes al salir afuera es importante, y eso que vivimos en una ciudad donde el levante hace que también haya humedad, pero nada comparado a aquello.

Cogimos el tren para Kioto y como tenía wifi aproveché para bajarme el traductor de google con los idiomas español, japonés e inglés offline, ya que veía que tendríamos que ir de hospitales. Tras algo más de una hora de viaje, sobre las 12 de la mañana estábamos ya en la estación de Kioto, y por suerte nuestro hotel estaba muy cerca.



Llegamos en 5 minutos y nos dijeron que de las 3 habitaciones que teníamos reservadas sólo 1 estaba lista, así que nosotros nos quedamos con ella para que Iceman pudiera descansar y empezar a mover lo del seguro para ir al médico y nuestros amigos se quedaron esperando a que les dieran las suyas.

Por cierto, nuestro hotel era el Guesthouse in Kyoto Karatachi Nanajo Ainomachi, totalmente recomendable. Por fuera es de estilo tradicional pero las habitaciones están todas renovadas y de estilo moderno, con un buen baño y con cocina en cada una de ellas.





Tras hablar con el seguro me dijeron que teníamos que ir a un hospital que estaba al lado de la estación así que muy cerca del hotel, menos mal. Ese día lo único que hicimos fue ir a urgencias, el personal del hospital en general no tenía ni papa de inglés, pero los formularios que había que rellenar estaban en inglés y además nos pusieron a una señora que nos hacía de intérprete y de guía por el hospital para que le realizaran distintas pruebas. El médico que le atendió si que hablaba inglés. Todo el personal fue tremendamente amable, ahí ya empezamos a comprobar que la legendaria hospitalidad de los japoneses era cierta. La intérprete hasta me acompañó a la farmacia para que me dieran los medicamentos que le recetaron allí, fue nuestra salvación en el hospital.



El resto del día lo pasamos en la habitación del hotel descansando.

Día 29 de Julio, sábado:

El día anterior en urgencias el médico que vio a Iceman era un generalista, pero preferíamos que le viera un urólogo, y nos dijeron que volviéramos el sábado sobre las 9 de la mañana. Eso hicimos y conseguimos que le dieran cita con él, además no hubo que esperar mucho. El urólogo le dio un tratamiento mejor y con eso nos volvimos al hotel. De nuevo pasamos el día en la habitación mientras nuestros amigos seguían con el plan que teníamos marcado, visitando los templos y otros sitios de la ciudad de Kioto. Mis únicas salidas fueron a los "combinis" cercanos al hotel. La palabra "combini" viene de "convenience store", son tiendas como 7 eleven, Family Mart, Lawson... que tienen un poco de todo y donde puedes comprar cosas para desayunar, platos preparados que te calientan allí mismo, etc. Por la noche, una amiga del grupo se apiadó de mi y como Iceman se encontraba mejor me sacó a cenar a un restaurante cercano que estuvo muy bien, tipo japonés con reservados.

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Día 30 de Julio, domingo:

Iceman se iba encontrando mejor y estaba más animado. A la hora de comer dijo que quería salir a comer fuera y si se encontraba bien dar un paseo por la zona cercana al hotel. Comimos en un restaurante que tenían pizza y pasta ya que él tenía antojo de eso y tras comer fuimos a visitar nuestro primer templo en Kioto!!!

Kioto se encuentra en la zona central de Japón y su importancia histórica se debe al hecho de que entre los años 794 y 1868 constituyó la capital del país, acogiendo la sede de la Corte imperial y otras instituciones. En el año 1868 el emperador Meiji decidió trasladar la sede de la corte a Tokio, quedando la ciudad definitivamente en un segundo plano. Durante la Segunda Guerra Mundial fue la única gran ciudad japonesa que no resultó bombardeada por la Fuerza aérea estadounidense. Por esta razón, a día de hoy sigue constituyendo una de las importantes urbes japonesas, con un rico patrimonio histórico, artístico y arquitectónico.

Cuenta con una enorme cantidad de templos y es imposible visitarlos todos en pocos días, así que hay que seleccionar. El primero que vimos nosotros fue el Higashi Hongan-Ji, no es de los más importantes pero sí que el más cerca nos pillaba Este templo se construyó en 1602 y es la sede de la facción Otani de la secta budista Jodo. Consta de varios edificios, siendo el salón principal la estructura de madera más grande de Kyoto. Está muy bien conservado y tiene un aire sobrio y elegante propio de este tipo de templos. Algo curioso para ver es una cuerda de grosor considerable hecha con cabellos humanos que sirvieron para izar las grandes vigas y que fue realizada con el cabello donado por mujeres devotas.







Nuestra siguiente visita no podía ser más diferente, habíamos empezado con un templo budista y nos dirigíamos a un edificio aparentemente anodino ubicado en una zona residencial cercana a nuestro hotel:



Resulta que esta es la sede original de una de las grandes compañías de entretenimiento de Japón, Nintendo, que originalmente se dedicaba a la fabricación de cartas y acabó evolucionando a lo que es hoy, una compañía dedicada a videojuegos y creadora de personajes tan conocidos como Mario, Yoshi, Peach, etc. Una placa al lado de la puerta lo indica, y además está enterrado en el sótano el fundador de la compañía, Fusajiro Yamauchi.



Como veíamos que la cosa iba bien y que Iceman no tenía molestias seguimos andando y llegamos al barrio de Gion, el barrio de las Geishas. En esa zona se han conservado numerosas casas tradicionales, casas de te, de geishas, etc, y está siempre abarrotada de turistas, algunas vestidas con yukatas (kimonos tradicionales) y otras con disfraces de geishas, ya que hay estudios fotográficos que te visten y te maquillan y te dejan pasear por la calle así, pero ver auténticas geishas es complicado, nosotros no vimos ninguna.

En el barrio también está el teatro Gion Corner, donde hacen demostraciones de las artes tradicionales japonesas: arreglos florares, caligrafía, música, ceremonia del te, etc, que las geishas debían dominar. Esta zona tengo que reconocer que me decepcionó un poco. No me gustó especialmente y la cantidad de gente que había le quitaba aún más encanto.





Después de visitar las zonas cercanas al teatro fuimos al santuario Yasaka, considerado el templo protector del barrio de Gion y que destaca con su entrada de color rojo y blanco. Dentro tiene varios edificios y tiene varias "atracciones": cascabeles para tocar, zonas donde poner ofrendas como tablillas o velas, etc.





Ya estaba anocheciendo (en verano en Japón lo hace sobre las 7 de la tarde) y nos fuimos a otra parte del barrio de Gion que no es tan conocida, la que da al riachuelo Shirakawa, y que nos encantó. Quizá porque había menos gente, por las casas ya iluminadas junto al río... pero tenía una atmósfera que en la zona principal del barrio no pudimos apreciar.



Tras visitar esta zona cruzamos el río Kamo y pasamos a ver otra zona de Geishas, el callejón Pontocho. Este callejón discurre paralelo al río y está lleno de restaurantes, bastante caros la mayoría, que ofrecen terrazas con miradores al río. Había bastante gente y ya estaba oscuro, así que tampoco es que lo viéramos bien del todo.

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Dia 31 de Julio, lunes:

Iceman seguía bastante bien, así que decidimos aprovechar el que era el último día completo en Kioto para ver algunas de las cosas que más nos interesaban, aunque eso implicara unos cuantos desplazamientos en bus o tren por la ciudad. Teníamos que recuperar el tiempo perdido en los dos primeros días. Nos quedaban tres noches más en Kioto, pero los dos últimos días los teníamos reservados para excursiones de un día completo a ciudades cercanas.

Nuestra primera parada fue uno de los sitios más emblemáticos de Kioto, el pabellón dorado. A las 9 de la mañana ya estábamos allí y hacía un calor tremendo, además de la humedad. El clima en Kioto en verano es horroroso, no he pasado más calor y he sudado en mi vida. Todo el día estábamos bebiendo agua o refrescos que comprábamos en las máquinas expendedoras que hay por todo el país, en todas partes puedes encontrar una de esas.

La estampa del templo reflejándose en el lago es impresionante, muy bonito, lástima que no se pueda visitar por dentro. Hay que conformarse con ver el exterior y dar un paseo por los jardines. Aún así, merece la pena ir hasta allí.



Desde el templo dorado tomamos el autobús 59 y en 5 minutos llegamos al Ryoan-ji, el templo zen más importante de la ciudad, con unos jardines muy chulos pero cuyo mayor atractivo es el jardín de arena y roca frente al cual se supone que se siente una paz y relajación inmensas y que te ayuda a meditar. No fue mi caso. Con el calor que hacía, la camiseta chorreando y viendo que eran las 11 de la mañana aún, lo único que me apetecía era meterme en un sitio con aire acondicionado .



Los dos templos anteriores están declarados Patrimonio de la Humanidad y son muy turísticos, están llenos de gente. Nuestra siguiente visita era también un templo, pero más tranquilo, de los de andar por casa, es decir, de los que pasan desapercibidos para la mayoría de los turistas pero que son de uso cotidiano para los locales. Era el Kitano Tenmangu. A este templo es donde se dirigen los estudiantes a ofrecer sus plegarias y por eso nos interesaba ir. La visita me gustó mucho ya que apenas había gente y pudimos disfrutarlo a nuestro gusto.





Desde aquí fuimos al castillo Nijo, el castillo de la ciudad de Kioto y residencia de los shogunes. Además de ver el foso y los edificios palaciegos lo más curioso es escuchar el ruido que se hace al pasear por el pasillo de madera, que imita al canto de los ruiseñores. Esto estaba así calculado para que en caso de que se colara algún extraño por la noche se escuchara el ruido y alertara a los habitantes del castillo.





Tras la visita comimos algo rápido en un "combini" de la cadena Lawson y de allí cogimos el tren hasta la zona de Arashiyama. Este barrio de Kioto es conocido, sobre todo, por su bosque de bambú. En la programación del viaje dediqué un día entero a esta zona, ya que además de ver el bosque queríamos coger un tren antiguo que bordea el río, ver la pesca con cormoranes, subir al parque de los monos, ver la celebración de una festividad que coincidía ese día... sin embargo, debido a los imprevistos tuvimos que conformarnos con una tarde y vimos lo esencial, el bosque de bambú y la zona del puente Togetsukyo. El entorno del puente es bonito pero en verano nada espectacular, quizá en otras fechas sea mejor con el cambio de color de los árboles, pero el bosque de bambú me gustó mucho. Además, como fuimos a última hora apenas había gente y pudimos tomar fotos donde no aparecía nadie, un gustazo.





Justo aquí, en el bosque de bambú, coincidimos con nuestros amigos y el resto de la tarde estuvimos todo el grupo juntos. Primero tomamos un helado de te verde en la zona comercial cercana al bambusal y después nos fuimos para la zona de la estación a cenar todos juntos por primera vez en un restaurante de comida japonesa.

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Día 1 de Agosto, martes:

¡Por fin estrenamos el JR PASS! Ya lo dije antes, pero este papelito es fundamental en un viaje por Japón si se pretende hacer muchos desplazamientos entre ciudades. Además del considerable ahorro económico te facilita mucho la vida allí también. En los trenes locales que no hay asientos reservados no hace falta ni sacar ticket, entras al tren y listo, en los que hay que reservar sí que hay que pasar por la oficina de venta de billetes para que te asignen uno, pero es un trámite rápido que conviene hacer uno o dos días antes.

Nuestra primera excursión fuera de Kioto fue a Nara, una ciudad a una hora en tren local. Nara fue capital de Japón antes que Kioto, y de ahí su riqueza monumental. Casi todos los templos importantes se concentran en el parque de Nara, una gran zona verde que, además de los templos y un museo, cuenta con unos simpáticos habitantes... los ciervos. Por allí deambulan estos animales que buscan comida de los visitantes, incluso hay gente que vende unas galletas especiales para ellos. Nosotros pasamos un buen rato jugando y haciéndonos fotos allí.



La primera visita fue el templo Kofuku-ji, construido a la vez que Nara se hizo capital en el año 710. Cuenta con varios edificios entre los que sobresale su pagoda de cinco pisos, la segunda más alta de Japón y el símbolo de la ciudad.



Pasamos por la puerta del Museo Nacional de Nara sin entrar, ya que nuestro objetivo era el templo Todaiji, que fue construido como templo central del budismo japonés. En su época creció tanto su influencia en el gobierno que hizo que la capitalidad se cambiara a otra ciudad. Es uno de los sitios más visitados de todo Japón por su gran Buda de bronce, el más alto del país y por ser el edificio de madera más grande del mundo. En el templo se encuentra un pilar con un agujero en la base que, dice la tradición, si eres capaz de atravesar, logras la iluminación en tu próxima vida. Dada las dimensiones del hueco sólo los niños y algunos adultos delgados pueden hacerlo, dos de nuestros amigos lo intentaron con éxito arrancando aplausos de la gente que allí había .





Justo cuando íbamos a salir del templo empezó a llover con fuerza y tuvimos que esperar a que amainara un poco y después entramos a tomar un refresco en un pequeño bar que había en el parque. Tras el descanso, caminamos hacia el santuario Kasuga Taisha, pero de camino, vimos gente en otro templo y entramos... y nos encontramos con un concierto de música antigua de la corte japonesa (esa que parecen gatos maullando desafinados ) y nos quedamos a verlo, fue muy curioso y me encantó la experiencia de verlo en directo. Era algo así:

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El santuario Kasuga es conocido por los cientos de lámparas que lo adornan, incluso tiene una sala oscura iluminada tenuamente por varias de estas lámparas. El paseo por esta zona del parque, algo más agreste y menos concurrida, me gustó mucho.



Tras visitar este templo nos dirigimos hacia lo que queda de la antigua Nara, el barrio Naramachi, para buscar un sitio para comer. La verdad es que esta zona no me gustó mucho, no tiene la presencia de otros barrios históricos de Japón. Nuestra idea era ir a ver otro templo más alejado del parque pero se nos había hecho tarde y tuvimos que irnos de la ciudad para poder llegar antes del anochecer a uno de los puntos emblemáticos de todo viaje a Japón, el templo Fushimi Inari, el de los mil toriis o puertas rojas.



Este tempo está dedicado a Inari, el dios del arroz y del comercio, y por eso muchas empresas patrocinan las puertas que conforman un camino que trepa por la montaña y que es tan fotogénico. Había bastante gente, pero aún así pudimos disfrutarlo bastante a gusto e incluso sacar algunas buenas fotos, normales y frikis . Tras la visita volvimos a Kioto, que está muy cerca, y al salir de la estación nos encontramos por sorpresa con un espectáculo de luces y música en una fuente que nos gustó mucho también.

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Dia 2 de Agosto, miércoles:

Todos los días previos en la zona de Kioto fueron un infierno meteorológicamente hablando. Hacía muchísimo calor y con una humedad del 100%, lluvia cada dos por tres... pero este día tuvimos suerte y amaneció despejado y con el cielo azul, algo que pocas veces hemos podido disfrutar en nuestro viaje a Japón. Eso sí, el calor sofocante no nos lo quitó nadie. Para hoy teníamos la visita a dos ciudades cercanas también a Kioto en una excursión de ida y vuelta en el día.

Nuestra primera parada fue Himeji, a la cual llegamos en un shinkansen o tren bala, el primero de los muchos que cogimos en este viaje. Himeji es conocida sobre todo por su castillo, declarado uno de los tres más bellos de Japón y que ha estado hasta hace muy poco en reconstrucción. La estampa del castillo por fuera es magnífica, y más con su silueta blanca recortada sobre el fondo azul del cielo despejado que tuvimos ese día. Por dentro está vacío, puedes subir todos los pisos y ver su estructura interior, no está mal pero le falta algo de chicha para que la visita sea redonda.





Tras el castillo visitamos los jardines Kokoen, justo al lado. Es un conjunto de jardines que recrean distintos ambientes, algunos de ellos muy bonitos con sus casitas, lagos, vegetación, cascadas... y otros menos interesantes. En uno de ellos se puede tomar un té verde típico (machta) con un dulce mientras una señora ataviada con un yukata te enseña a hacer la ceremonia del té y te da conversación, todo en una casa de estilo tradicional. Nos gustó mucho la experiencia... pero el te no tanto , a mí me sabía a cesped y a otros a boquerones.





Comimos cerca de la estación y probamos los okonomiyakis, una especie de pizza con coliflor de la que había leído muchas buenas críticas. Personalmente me gustaron, pero a la mayoría del grupo no les hizo mucha gracia. Después de comer nos fuimos a Kobe, ciudad situada junto al mar y una de las más grandes de Japón. Lo primero fue una paseo por la zona del puerto, disfrutando de un atardecer más fresquito y disfrutando de las vistas de la noria, el parque, los edificios modernos como la torre de Kobe... y también vimos el memorial que han montado en recuerdo del terremoto que en 1995 destrozó parte de la ciudad y donde perdieron la vida más de 6.000 personas.





Tras dejar el puerto nos fuimos al barrio chino de la ciudad, muy pequeñito pero que con su colorido destaca mucho sobre las zonas cercanas.



Y por fin llegamos a lo que habíamos ido a Kobe, probar su famosa ternera. Para eso buscamos la zona de Sannomiya, donde se encuentran varios restaurantes especializados en esta ternera tan famosa y entramos en uno de ellos. La broma nos salió cara, aunque menos de lo que esperábamos, pero mereció la pena. Estaba deliciosa y encima el sitio nos gustó mucho, estábamos sentados en la barra delante de los cocineros y veíamos como la preparaban. Era el restaurante A-1.





Y ya cenados, volvimos a Kioto para pasar nuestra última noche allí.

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Dia 3 de Agosto, jueves:

Decíamos adiós a Kioto, pero la verdad es que no era con pena, ya que nuestro próximo destino prometía mucho, al menos en todo lo que había leído en la preparación del viaje lo ponían por las nubes y como uno de los imprescindibles de Japón, la isla de Miyajima. Mucha gente combina esta visita con la cercana Hiroshima, pero no fue nuestro caso ya que queríamos pasar una noche aquí. Para llegar hay que coger un ferry pero también está incluido en el JRPASS, son apenas 10 minutos de travesía.

Miyajima o Itsukusima ha sido venerada desde tiempos antiguos, donde se han encontrado vestigios de construcciones desde el año 593. En la isla se encuentra un santuario llamado Itsukushima construido sobre el agua. El inusitado criterio de construir un santuario sobre el agua obedece a la idea de venerar a la deidad del mar, y se cree que la isla era objeto de culto gracias a que presenta una bahía con forma bastante cerrada, la cual es ideal para la locación de un santuario, según la antigua geomancia china Feng Shui.



Además de este templo la isla cuenta con otros de menor rango, pero sobre todo es conocida por su gran Torii construido en medio del agua. El torii protege la entrada a la bahía de Miyajima ya que según la tradición los malos espíritus no puede atravesarlos. Además, las mareas en este punto son muy acusadas y por la mañana bajan tanto que se puede andar hasta el torii por la arena, pero por la tarde ya sube la marea llegando hasta el templo, dejando al Torii aislado en medio del agua.



La isla está poblada también por ciervos, aunque en menor número que lo que vimos en Nara y son menos "acosadores" que aquellos.



Tras dejar las maletas en el hotel nuestra primera parada fue precisamente el gran torii, con marea baja, y la verdad es que no decepciona, y eso que había mucha gente. Después de estar un buen rato por allí fuimos a visitar uno de los templos menos conocidos de la isla, el Daisho-in, ubicado a las afueras de la ciudad justo donde empieza una de las subidas al monte Misen, el más alto de la isla, y nos encantó. Tiene varios edificios con detalles muy curiosos y donde puedes pasar un buen rato curioseando, pero sobre todo, un camino flanqueado de jizos, o estatuas pequeñitas, que es maravilloso para la fotografía.





Tras esto dimos un pequeño paseo por la zona comercial para buscar un sitio para comer, y creo que acertamos con el sitio ya que probé ostras rebozadas sobre una base de arroz y me encantaron!! Las ostras, junto con unas galletas rellenas con forma de hoja de arce son típicas de la isla.





Después de comer decidimos subir a la cima del monte Misen, para lo cual hay que ir al parque Momijidani y tomar el teleférico. Realmente son dos trayectos diferentes y merece mucho la pena, ya que las vistas son espectaculares. Para bajar decidimos hacerlo andando por la montaña, ya que había leído que era un paseo de una hora y media de duración, pero lo que no sabíamos es que casi todo eran escaleras de escalones irregulares y que nos dejaron las piernas hechas polvo.





Cuando llegamos al final, de vuelta a la zona del gran torii, estaba atardeciendo y por suerte casi todos los visitantes se habían ido, por lo que pudimos disfrutar de una bonita puesta de sol con el torii como protagonista y donde pude grabar un pequeño Time-Lapse. En la isla a partir de las 5 cierran casi todas las tiendas y restaurantes, así que no queda casi nadie por allí. Cenamos en uno de los pocos sitios abiertos y de vuelta al hotel, que al día siguiente tocaba madrugón....



Nuestro hotel era el Sakuraya, que está muy bien situado entre el terminal del ferry y el gran Torii, pero para mi gusto la habitación y el baño un poco pequeñas, de estilo tradicional. Aquí dormimos por primera vez en futones. Si alguno le interesa visitar la isla os aconsejo que reservéis alojamiento lo antes posible. Nosotros lo hicimos con muchos meses de antelación y ya no quedaba casi nada a un precio decente, por eso reservamos en éste que era el más barato que vimos.

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Día 4 de Agosto, viernes:

La razón del madrugón de este día fue ver el amanecer en el gran torii. No estuvo mal ver cómo se iba iluminando poco a poco, pero me quedo más con el atardecer, que fue espectacular.

Una vez visto el amanecer (bueno, ésto sólo nuestra amiga Mar y yo, el resto se quedó sobando) y desayunados, emprendimos el viaje hacia el próximo destino, la ciudad de Beppu, en la isla más occidental de Japón, Kyushu. Esta ciudad no suele estar en los itinerarios que los extranjeros planean por Japón, pero nosotros vimos unas fotos y nos enamoró, teníamos que ir sí o sí. Por desgracia la visita a la ciudad se nos chafó un poco por lo que luego contaré.

Beppu es una ciudad balneario y un destino turístico importante para los japoneses. El área que la rodea es la segunda zona del mundo con más actividad geotermal, sólo superada por Yellowstone, y por eso cuenta con muchas lagunas termales y onsen, baños tradicionales japoneses, además de la playa y otros atractivos como parques de atracciones, acuario, etc. Nuestra intención era estar allí tres días, hasta el lunes por la mañana, pero el domingo entraba un tifón por la zona y nos obligó a cambiar los planes.



Para el domingo 6 habíamos alquilado un coche para visitar la zona interior de la isla, sobre todo el volcán Aso y la garganta de Takachiho, pero en el puesto de información turística nos desaconsejaron conducir y además al ser cosas al aire libre poco íbamos a disfrutarlas, así que desistimos y cancelamos el plan, con todo el dolor del mundo ya que nos hacía mucha ilusión, por lo que nos quedábamos sólo con dos días en Beppu.

Tras dejar las cosas en el albergue que teníamos reservado fuimos a la zona de la montaña de la ciudad para hacer la ruta de los "infiernos". Los infiernos de Beppu son varias lagunas termales de diferentes características, muy cerca unas de otras, salvo dos que están un poco más aparte y hay que coger un bus para ir. Hay una entrada combinada para ver casi todos los infiernos y en eso echamos parte de la mañana y la tarde.









Algunos como el Umi Jiggoku o el Chinoike Jigoku son espectaculares y están muy bien acondicionados, otros son más horteras, otro tiene cocodrilos... vamos, que no te aburres. El Tatsumaki jigoku es un geyser que echa un chorro de agua cada cierto tiempo y que es muy puntual, hay hasta unas gradas para sentarte y verlo. En algunos también tienes unos baños de agua caliente para pies, que por supuesto probamos. En la zona de Kannawa hay un sitio donde puedes cocinar con vapor la comida, pero no llegamos a probarlo.

Una cosa curiosa de Japón es que en casi todas partes hay sellos que la gente va coleccionando, estampando en un cuaderno los distintos sellos. Y cuando digo casi todas partes incluyo estaciones de metro, supermercados, etc. Por supuesto, cada infierno tiene su sello propio y se puede hacer la colección. Esto es algo que a los japoneses les encanta y que yo no acabo de comprender, pero bueno, algunos del grupo también se volvieron locos con los sellos... y no miro a nadie

Después de la ruta de los infiernos volvimos al centro de Beppu, donde teníamos el albergue y después de ducharnos y cenar salimos a dar una vuelta. Nuestro objetivo era ver la torre de Beppu, la torre de telecomunicaciones, que había leído que tenía un mirador y un bar con copas a buen precio. El mirador fue bastante decepcionante, ya que de noche no se veía nada, pero bajamos al bar y fue increíble. Resulta que el sitio era un karaoke para gente mayor, y la mayoría de ellos estaban borrachos, así que os podéis imaginar el ambientillo que encontramos con señores y señoras japoneses bien pasaditos cantando "coplas" japonesas. Digno de ver. Y para colmo nos encontramos allí a un español que estaba acompañando a unos de ellos y que se quedó flipando de vernos, ya que él está viviendo en esa ciudad. Echamos un rato muy divertido allí e incluso nuestra amiga Isa se atrevió a cantar "Eternal Flame" y dejó a los japoneses alucinados (es que canta muy bien, para que voy a mentir).





Nuestro albergue era el Rojiura Guesthouse, muy moderno y limpio. Lo mejor eran los baños, muy amplios y con buenas duchas y el gran salón con cocina muy bien equipada. Las camas eran algo incómodas ya que eran literas con futones, pero era de lo más barato de la ciudad y al lado de la estación y en todo el centro y la zona de animación de la ciudad.

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Día 5 de Agosto, sábado:

Los primeros ramalazos del tifón iban a llegar hoy, y el día parecía que iba a ser lluvioso, así que lo primero que hicimos fue ir a ver el parque de Takasiyama, a unos 15 minutos en bus del centro de Beppu. Este parque está situado en una colina y para llegar arriba se puede subir en un funicular. Una vez arriba lo que te encuentras es una zona despejada en medio del bosque y un montón de monos, macacos japoneses concretamente. Allí pasamos un buen rato viendo cómo jugaban, tanto los adulto como las crías. De hecho, algunas fotos que hice en este parque están entre mis favoritas del viaje, aunque a las crías era difícil hacerles fotos decentes porque no paraban de moverse.





En un momento dado los cuidadores del parque empezaron a echar comida en una zona vallada y se armó un jaleo tremendo. Todos los monos del parque fueron para allá y empezaron a coger la comida del suelo, incluso hubo peleas entre ellos para que nos les quitaran la comida. Fue impactante.

Una vez visto el parque nos fuimos al acuario, llamado Umitamago, literalmente "huevo de mar". Para llegar sólo había que cruzar un puente sobre la autopista y en 5 minutos estabas en la entrada. El acuario no está mal, aunque los he visto mejores, hay muchas especies de peces y también delfines, focas, morsas... Lo mejor fueron los espectáculos, el de delfines mostrando sus acrobacias y el de la morsa, que nos hartamos de reír, además sacaban voluntarios del público y fue muy entretenido. Lo curioso fue que durante lo que llevábamos de mañana no vimos a ningún otro occidental, todos eran japoneses, pero a diferencia de lo que pasaba en China aquí ni se inmutaban al vernos. En China te pedían fotos constantemente.







Comimos en el propio acuario ya que para entonces estaba lloviendo bastante y esperamos a que escampara un poco para poder ir a la parada del bus. De vuelta en Beppu nuestro destino era el onsen de Takegawara, el más antiguo de la ciudad y que estaba situado a escasos 5 minutos de nuestro albergue. Está situado en un edificio de madera de estilo tradicional, muy bonito por fuera, pero lo malo es que se nota que las instalaciones son algo antiguas. Este onsen está divido en dos zonas, la de baño propiamente dicho y la de baños de arena. Nosotros queríamos hacerlo todo y lo primero fue el de arena. Aquí hay que entrar de forma separada hombres y mujeres para quitarte la ropa y ponerte un yukata o mono. Luego pasas a las piscinas de arena, ya todos juntos, donde unas señoras hacían como un hoyo donde te tumbabas y luego te enterraban en arena caliente, dejando fuera sólo la cabeza. Fueron sólo 10 minutos así, pero bastante agobiantes por el calor y el peso de la arena y porque notabas las pulsaciones por todo el cuerpo.





Tras terminar entrabas otra vez a la zona de vestuarios donde te duchabas para quitarte toda la arena y ya te podías bañar en una piscina de agua muy caliente.

Después de terminar con el baño de arena pasamos a la otra zona, la de baños normales, otra vez separados por sexo ya que la gente se baña desnuda. Allí había otra piscina de agua caliente, más grande, y unos grifos de agua fría para que te fueras echando agua con unos cubos que había por allí repartidos. La verdad es que no aguantamos mucho porque el agua estaba demasiado caliente y te mareas.



El resto de la tarde estuvimos paseando por la zona centro de Beppu y tomamos un helado, en mi caso de sésamo negro... quería probar algo nuevo. No era horroroso pero tampoco me lo volvería a pedir . También entramos en un local de pachinko, que es una especie de juego con tragaperras al que los japoneses son adictos. El local era bastante grande y estaba lleno de máquinas y con un ruido infernal. Nuestra idea era jugar para probarlo pero con ese escándalo daba dolor de cabeza y nos salimos rápidos.



Por la noche fuimos a cenar a un sitio muy chulo que había al lado del hotel, especializado en carnes que te traían crudas y tú ibas haciéndolas en un hornillo que estaba incrustado dentro de la mesa. Muy bueno todo y además estábamos en un reservado para nosotros sólos. El resto de la noche lo utilizamos para hacer la colada en el albergue y así llevarnos la ropa limpia a nuestro próximos destino.

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Dia 6 de Agosto, domingo:

Hoy el tifón llegaba a Beppu y por eso nosotros nos íbamos. Nos perdíamos el volcán Aso y la garganta de Takachiho, que teníamos muchas ganas de ver, pero a cambio el destino quiso que presenciáramos un acto único. Nuestro próximo destino era Hiroshima, la ciudad donde cayó la primera bomba atómica... justo el 6 de Agosto. La mitad del grupo había llegado el día anterior a la ciudad para presenciar los actos del aniversario que tenían lugar por la mañana, a la hora en que la bomba explotó. Los otros tres en principio íbamos a llegar el día 7 por la mañana y no veríamos nada, pero con el cambio de planes llegamos a los actos de por la tarde.

Llegamos a la ciudad sobre las 11:30 de la mañana y tras dejar las cosas del hotel salimos hacia la zona del Parque de la Paz. Hiroshima hoy es una ciudad moderna, de edificios de hormigón y cristal, calles amplias, canales... nada que ver con la Hiroshima anterior a la II Guerra Mundial. Por tanto, apenas quedan restos históricos (el castillo reconstruido y poco más) y la visita normalmente se reduce a la zona del parque ya mencionado. El parque ocupa la zona que era el epicentro de la vida comercial y política de la ciudad cuando cayó la bomba, y hoy en día es una explanada verde, con árboles y monumentos conmemorativos. En pie queda aún el edificio de la cúpula, como recordartorio de lo que pasó para que no vuelva a suceder.





Primero visitamos el museo, llenísimo de gente pero aún así me gustó mucho, me pareció muy interesante e impactante. Cuentan con una exposición de ropa, objetos, juguetes... que sobrevivieron a la bomba, así como fotografías de heridos y fallecidos, pero lo que más me llamó la atención fueron los documentos en los que se muestra cómo la elección de Hiroshima no fue algo fortuito, si no que los americanos estudiaron a fondo la geografía japonesa y seleccionaron varias ciudades candidatas, entre ellas Yokohama y Kioto, quedándose al final con Hiroshima, y posteriormente con Nagasaki.







En el parque pudimos ver también alguna actuación, supongo que por ser el día del aniversario, y una final para rendir homenaje a los fallecidos. Nosotros participamos también.





A las seis de la tarde empezaba el acto vespertino, que consistía en echar al río, frente a la cúpula, unos farolillos de papel con luces. Estuvimos cogiendo sitio desde bastante antes ya que había muchísima gente, y cuando empezó nos decepcionó bastante porque los farolillos se hundían, no se veían las luces, etc, pero en cuanto se hizo de noche la cosa cambió y la imagen de los farolillos en el río con la cúpula al fondo quedaba realmente bonita y emotiva.



En Hiroshima sólo pasamos una noche, en el hotel Century 21. Está muy bien situado, cerca de la estación, y nos salió muy barato, unos 55 euros una habitación triple. La decoración es un poco antigua pero el hotel está muy bien.

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Día 7 de Agosto, lunes:

Como habíamos adelantado la visita a Hiroshima este día nos quedamos un poco colgados sobre qué podíamos visitar antes de llegar a nuestro próximo hotel, ubicado en la ciudad de Matsusaka. Barajamos varias opciones, unas más interesantes que otras pero otras más fáciles en términos de transporte. Además, el tifón que nos había pillado en Beppu estaba llegando ya a la zona central de Japón, por lo que seguramente tendríamos lluvia y viento allá donde fuéramos, entorpeciendo cualquier visita.

Al final optamos por ir a Osaka, la tercera ciudad del país y que en nuestro itinerario inicial se había quedado fuera. Dejamos las maletas en una consigna de la estación de Shinkansen de Osaka y desde allí cada cual se fue donde quiso. Juanlu e Isa, como ya habían estado en la ciudad en un viaje previo decidieron ir al parque de Universal, el resto fuimos a ver la ciudad, o lo que pudiéramos.

La primera parada fue el Umeda Sky Building, un rascacielos que según el colectivo de arquitectos se cuenta entre los 20 edificios más importantes del mundo por su construcción. La particularidad que tiene es que consta de dos torres unidas por una plataforma redonda que hace las veces de mirador, y esta plataforma fue construida en tierra y elevada posteriormente con grúas hasta su ubicación actual. El edificio en sí no me pareció nada del otro mundo, y las vistas en un día lluvioso tampoco eran nada espectaculares, al menos desde allí vimos un edificio que es atravesado por una autopista!! Otra curiosidad del edificio son las escaleras mecánicas que hay que tomar para subir y bajar a la plataforma, que están encerradas en unos tubos transparentes dando la sensación de que están suspendidas en el aire.





En el sótano del edificio vimos que han montado una especie de calle de estilo tradicional japonés con un montón de restaurantes, y como era la hora de comer (en horario japonés, no para nosotros) estaba bastante concurrida.





Desde esta zona nos movimos hacia el castillo de Osaka, quizá la visita cultural más importante de la ciudad. No es el original, ya que tuvo que ser reconstruido tras la guerra mundial, pero por dentro cuenta con una exposición bastante interesante... que no pudimos ver. Cuando estábamos saliendo de la estación de metro más cercana una chica española nos dijo que debido al tifón habían cerrado el castillo, y de hecho, estaba lloviendo bastante en ese momento. Aprovechamos para tomar un café a ver si se calmaba un poco, y en un rato la lluvia cesó y pudimos acercarnos hasta el castillo y al menos verlo por fuera, así como los fosos que lo rodean y las murallas.





Tras la visita se puso a llover otra vez, y bastante fuerte, por lo que comimos en un buffet libre que encontramos por allí y después directos a la estación de Osaka, donde pasamos el tiempo que nos quedaba en un centro comercial. El camino hacia Matsusaka fue algo accidentado, y es que tras parar en Nagoya, donde teníamos que cambiar de tren, nos dijeron en la estación de JR que nuestro tren había sido cancelado por el tifón, no había ningún tren operando hacia esa zona. Por suerte, hacia esta ciudad también había tren de una compañía privada y probamos... y tuvimos suerte, pudimos coger un tren casi por los pelos y llegamos al hotel a la hora más o menos prevista.

El hotel donde pasamos dos noches fue el Ace Inn Matussaka, cuyas mejores virtudes eran estar muy cerca de la estación de tren y tener el desayuno incluido, aunque el desayuno japonés no nos convenció a nadie. Las habitaciones eran muy pequeñas, y eso le quita muchos puntos.



Matsusaka es conocida en Japón por su ternera, que allí puede que sea incluso más apreciada que la de Kobe, pero nuestra visita allí no era por eso. Incluso los japoneses se sorprendían cuando decíamos que íbamos allí... la solución, el día siguiente.