El cine español tambien tiene un caso, ademas bastante oscuro, "Las noches del hombre lobo", la 2º en la cadena de las peliculas hombre-lobo del actor español Paul Naschy
Título original: La noches del hombre lobo / Les nuits du loup-garou
Año: 1968 (España / Francia)
Director: René Govar
Productora: Kin Films
Guionistas: C. Bellard, René Govar, Jacinto Molina
Intérpretes: Paul Naschy [Jacinto Molina] (Waldemar Daninsky), Peter Beaumont, Monique Brainville, Beba Novak, Helene Vatelle…
Sinopsis: Un científico emprende investigaciones en torno a la maldición que atormenta a Waldemar Daninsky. Su objetivo dice ser el controlar los instintos asesinos del licántropo, pero en realidad lo que pretende es usarlos en su propio beneficio.
Se trata de uno de los títulos más deseados de la filmografía de Paul por parte de sus admiradores, en esencia por ser un filme maldito que no llegó a ultimarse. A partir de ahí, se generaron controversias en cierto sector de la crítica nacional, ya que incluso se llegó a dudar de su existencia como proyecto. Es curioso que, a pesar de charlar a menudo durante muchos años con su guionista e intérprete, parecía que él era reticente a hablar del mismo, como si encerrara algún tipo de maleficio. Con el tiempo me daría cuenta de la frustración generada en él, ya que, al margen de los incidentes que motivaron un hecho tan anómalo, tuvo que costearse sus gastos en los últimos días que anduvo en París. Poco se llegó a saber del rodaje en sí, pero al parecer la parte española de la producción generó problemas diversos. El pronto fallecimiento de su realizador, René Govar, dio pie a que el filme terminara siendo confiscado, sin que el hecho importara demasiado tanto en Francia como en España. Meses antes de morir, y teniendo en cuenta mi tarea de comentar la película para los ensayos Cuando llora el lobo y Paul Naschy – La máscara de Jacinto Molina, Paul se armó de valor y me dijo: «Bueno, hablemos de Las noches del hombre lobo, a pesar de saber que es un título perdido para siempre; no creo que aparezca ninguna copia por arte de magia, presta para ser distribuida, ya que ni siquiera se ultimó en tareas de montaje y sonorización». Pero, a pesar de sus momentáneas ganas, sus referencias fueron breves, ya que noté que el recuerdo le pesaba y deseaba pasar página.
De Las noches del hombre lobo —cuyo título galo habría sido Les nuits du loup-garou— apenas queda testimonio alguno, con la excepción de una fotografía que muestra a Waldemar en estado de hombre lobo, con camisa blanca y un maquillaje bastante aparente, en el que destaca la expresión y la mirada demoníaca del actor. Incluso a mí me recuerda más el prototipo de Mr. Hyde que el de Waldemar-lobo, ya que existe menos profusión pilosa y una expresión global de aparente maldad controlada. Fue rodado en la capital francesa, lo que podría haber significado otro temprano salto de nuestro personaje hacia la internacionalidad. Así, los franceses se apuntaban, al igual que los alemanes, a potenciar este nuevo icono del horror patrio. El guión, firmado por C. Bellard, el realizador y el propio Paul, nos presenta a un científico maligno, de la tipología del doctor loco, que emprende investigaciones en torno a la maldición de Waldemar para controlar sus instintos asesinos, con el fin de usarlos para su propio beneficio. Destaca en el contexto narrativo la secuencia en la que Waldemar se transforma en licántropo, mientras el fenómeno sobrenatural se refleja en la pupila de un gato. Efecto que se consiguió con la construcción de un gigantesco ojo de cristal en el que proyectaron las referidas imágenes. También es reseñable la secuencia, filmada bajo un tono irónico, donde el licántropo ataca a unos gendarmes que pasean en bicicleta; o aquella en que dos mujeres son agredidas en plena calle, resultando una mordida tras recibir el envite de la bestia, y siendo la otra perseguida hasta perecer, con el recurso dramático de la cámara subjetiva.
En esta ocasión, a Waldemar le toca perecer de nuevo víctima de las balas de plata, retomado el detalle de La marca del hombre lobo, para caer desde lo alto de un tejado, en busca de una mayor espectacularidad. Junto a Paul Naschy, en el reparto encontramos a actores de escaso relieve y popularidad, como Peter Beaumont, Monique Brainville, Beba Novak y Helene Vatelle. Está claro que, en la filmografía de Paul, las malvadas fueron más antológicas y recordadas que sus réplicas masculinas, a pesar del exotismo del acento francés de esta ocasión.
Puede que la película esté definitivamente perdida y la postura de Paul sea la única a considerar; puede que, incluso, estemos ante un título menor de su filmografía; pero no existe la menor duda de que sería todo un acontecimiento el hecho de que se hallara una copia a la postre que completara el ciclo Naschy. Así, podríamos comprobar qué tipo de prontas influencias generaba en Francia el mito del hombre lobo bajo las nuevas facciones de Waldemar; un mito autóctono que, visto su devenir a lo largo de la historia y su potente reclamo en otros países, se expandía prontamente fuera de nuestras fronteras, despertando pasiones más positivas que negativas.