Como era de esperar, Jake vuelve a 1958 para intentar arreglar las cosas, con el asesinato de Frank Dunning como primer objetivo, el día que éste va a visitar la tumba de sus padres, sin esperar esta vez por tanto a la fatídica noche de Halloween.
De lo más sorprendente de estos capítulos la muerte del hombre de la tarjeta amarilla/naranja/negra, que aparece degollado la última vez que Jake sale de la madriguera de conejo. Yo soy Jake, y me vuelvo corriendo a 2011 nada más ver el cadáver.
Como 7th, yo también creo que hay alguien más que controla las entradas y salidas al portal del tiempo. Si tuviera que apostar, diría que es el encargado de la licorería. Además ese cartel que anuncia por los alrededores unas obras que nunca acaban, me da bastante mala espina...
Por lo demás, debo decir que me está sorprendiendo muy gratamente la novela, que en algunos momentos no se limita a narrar acontecimientos, sino también a la reflexionar sobre ellos, algo que yo al menos suelo agradecer como lector. Por ejemplo, me ha gustado mucho el momento en el que Jake por curiosidad se dirige al aseo de los negros siguiendo el cartel y ve que el baño resulta ser el río, para decir a continuación que si alguna vez habíamos deducido de su narración que 1958 era mejor que 2011, pensáramos en ese cartel, en la hiedra venenosa y en esas tablas sobre el arroyo...GENIAL!!!
Otro momento que me ha gustado mucho ha sido cuando Jake iba a cobrar la apuesta a la Financiera Faith, y tiene que ponerse a la cola con el resto de afortunados, que estaba compuesta la mitad por negros y la otra mitad por bancos, y suelta: "
Tal grupo era como un sueño de Martin Luther King hecho realidad: cincuenta por ciento de negros, cincuenta por ciento de blancos, cien por cien felices".
Y terminan nuestros deberes de esta semana con la introducción de la madre de Oswald, esa mujer "que cree que el mundo está en su contra y que ha reunido abundantes pruebas a lo largo de los años para demostrarlo".
Qué miedito...
A ver qué nos depara la próxima semana