Yo también sospecho de Lady Esther. Detrás de esa cordialidad y esa generosidad sin límites se esconde, en mi opinión, algún interés. Aunque Erast se marcha de su orfanato con las orejas caídas, estoy seguro de que tarde o temprano volveremos a la pista de la baronesa inglesa.
Ella cae bien desde el principio, aunque es algo contradictorio que ayude a los pobres huérfanos al tiempo que vive rodeada de un lujo y una opulencia desmesurada. Además la veo algo pretenciosa, como eso que dice que le puso en bandeja a Mark Twain el argumento para una de sus novelas. Toda una diva ella.
En el segundo capítulo nos introducimos (con Erast de infliltrado) en los bajos fondos moscovitas, en la mismísima guarida de juego del principal sospechoso, el conde Zurov. Mucha tensión durante toda la partida y al final nos quedan con la preocupación de si el pobre (y algo inconsciente y temerario) Fandorín va a tener que pegarse un tiro al sacar la carta negra.