Re: Concurso de Microrrelatos - Especial Halloween.
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Yo también acabo de votar. Me ha parecido una buena edición. Suerte a todos.
beating!
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Algo se mueve dentro de mí, crece, da patadas. Diría que es el milagro de la vida, pero no creo que esto se considere embarazo. Menos un milagro
Es difícil explicarlo.
Durante el incendio del apartamento, de una flama emergió el portavoz del Enemigo para anunciar que yo engendraría a su hijo, para sembrar terror entre santos y pecadores. Luego marcó mi espalda para recordar que no es una alucinación.
Todos creyeron que estaba loca y me internaron aquí. Desearía fervientemente que tuvieran la razón y fuera mi mente que me engaña.
No comprendo nada ¿por qué entre todas las mujeres me maldijo a mí para traer la desgracia universal? Da igual. Así actúa Él, con la lógica del dolor.
Crece y crece anormalmente el maldito fruto de mi vientre.
Ya no puedo más.
Ya viene.
Mi más grande consuelo es saber que pronto moriré.
El fin ha llegado.
Algo se mueve dentro de mí cada vez que recuerdo aquella noche. Mis padres necesitaban un respiro. Demasiado tiempo cuidando incansablemente de mi abuela, que padecía una demencia muy avanzada que le impedía moverse o hablar desde hacía meses. Me dejaron sola con ella ese fin de semana.
Ocurrió la segunda noche, la del sábado. Después de darle de comer una papilla blanquecina y asearla, la acosté en su amplia cama, la inmovilicé, subí las barras laterales de protección y me fui al salón a ver una película.
Creo que en algún momento me quedé dormido, o no. Los recuerdos son borrosos. Sólo sé que en medio de la luz azulada que emitía el televisor vi algo a mi izquierda acercándose desde el pasillo. Era ella, caminando y hablándome, como cuando ella me cuidaba a mí, para decirme que era el momento de apagar la tele e irme a dormir.
Algo se mueve dentro de mí.
Y, a veces, me habla.
Mi vida ha cambiado desde aquella noche que aparecí desnudo en la playa de Benalmádena.
Quiere que haga “eso” y yo ya no puedo más. Esta situación es insostenible. Lo siento.
Mamá, te quiero mucho.
El 31 de Octubre, Jaime provocó una sangrienta matanza en la gran Vía de Madrid. Tras ser abatido por la policía, algunos testigos afirman que “algo blanco y viscoso” salió del cuerpo de aquel joven de 19 años y se dividió en dos para meterse en dos nuevos cuerpos.
Fue el comienzo de la plaga que amenaza con extinguir la raza humana.
Si mueres, provocarás una nueva infección.
Los hospitales han dejado de existir, ya no hay leyes y la gente vive en barricadas.
Mientras, en el laboratorio del Doctor Stockolov trabajan como locos en busca de una cura que salve a la humanidad.
Algo se mueve dentro de mí cada vez que abro el congelador y observo a mi bebé. Me emociona comprobar que sigue ahí, conmigo, haciéndome compañía.
Desde que lo vi por primera vez supe que no quería que creciera. Esa inocencia, esa pureza, debían perdurar para siempre. Fue muy duro tomar la decisión. Renuncié a escuchar su sonrisa y sus llantos, a alimentarlo con mi propio cuerpo, a acunarlo en mi regazo y sentir su respiración. Hice el mayor de los sacrificios como madre.
Hoy él cumpliría 33 años. Esta vez vamos a celebrarlo juntos. Una hora en el horno y ahora, enfrente de mí, sigue mostrándose tan pequeño, tan eterno. Esta noche volverá a mis entrañas, a formar parte de mí, como al principio. Mi niño.
Algo se mueve dentro de mí. Esa inquietud me inunda cada mañana al despertar y no me abandona desde hace días. Mi mujer lo asocia a las pastillas que tomo, pero yo sé que es imposible porque las escondo debajo de la lengua para escupirlas cuando no me ve.
Nos sentamos a la mesa para desayunar. ¿Por qué ha hecho huevos revueltos si sabe que soy alérgico al huevo? Le digo que no tengo hambre y solo me tomaré el café.
Mientras come me observa disimuladamente. Ella cree que no lo advierto, pero lo cierto es que soy yo quien la observa desde hace días.
¿Quién eres?
Cerca de la escena una mujer los observa entre sollozos. Sabe que es inútil gritar; él no la puede escuchar.
Su marido sigue tomándose el café, ajeno a los lloros que provienen del otro lado del espejo.
Algo se mueve dentro de mí. Siento cómo se revuelve en mi útero y me da pataditas. El dolor ha aumentado desde que me inyectaron aquella jeringuilla. “Eso” está creciendo dentro de mis entrañas.
Atada en esta camilla no puedo hacer nada, sólo sentir cómo “eso” nada en mis líquidos internos y gritar. Sé que me escuchan, yo he escuchado a otras antes, pero no pueden hacer nada. También están atadas en sus camillas.
Prisionera en esta habitación blanca, esterilizada, con luz fría y cortante, empiezo a entender lo que ocurre: soy una incubadora. Los visitantes nos prometieron progreso y paz para la Tierra, pero sólo nos usan para reproducirse. Somos vientres de alquiler para sus crías.
Sé que acabaré desgarrada mientras la criatura nace, he escuchado la agonía final de otras mujeres a través de las paredes. Sólo espero que sea rápido y poder descansar en paz.
“Algo se mueve dentro de mi”, pensó él mientras se dirigía a la agencia matrimonial. Eran los nervios de saber que no le servía cualquier pareja.
Trini recibió a su primer cliente en su despacho, le pidió rellenar un formulario.
“Por fin puedo ser rica”, pensó cuando ella miró el apartado de ingresos bancarios.
Con gran esmero le dio varias tarjetas de contactos, sabiendo que no le iba a gustar ninguna. Por ellas le hizo pagar una inmensa cantidad de dinero.
Quería todos sus millones.
A las dos semanas se presentó a la agencia con una chica, anunciando su boda.
Trini vio que su plan se iba al garete, quería desplumar a ese ricachón a toda costa. “Yo soy tu opción perfecta, cásate conmigo”, gritó desesperada.
Él, al sentirse utilizado, se abalanzó directo a su cuello clavándole sus largos dientes.
“Sólo quería agradecerte el haberme encontrado a mi vampira perfecta”.
Algo se mueve dentro de mí cada vez que cubro con una sábana blanca esos cuerpecitos. Aunque sábanas blancas lo serían al principio. Ahora, recogen todo un compendio de manchas de un arco de amarillos y marrones, que no olvida a todos los rojos posibles.
Y no es lo único que cambia de color bajo este techo. Blanquitos y sonrosados llegan. Grisáceos y amarillentos salen. Caritas adornadas con mofletes que se transforman en máscaras de espanto a base de las muecas, gritos y llantos que marcan su estancia, a medida que sus pequeñitos pulmones son expulsados con cada ataque de tos que encarna todo. Colores de vida y de muerte.
Pero lo peor no es cubrirlos cuando se han vaciado de vida. Lo es, cuando alguno de esos ángeles decide llegar antes al Cielo saltando desde la terraza.
Ya no pueden más. Ya no puedo más.
¿Qué les estamos haciendo?
"Algo se mueve dentro de mi.....¡una punzada!...¡otra!!!
¡qué dolor!!! ¡Cómo quema esto...!!!
......¡anda! ¡eso que suena es el reloj de bolsillo de mi abuelo...!?!
....me lo noto por el pecho, mi madre lo habrá traído para que me proteja en la operación."
"¡Joder!!! ¡Quiero mover los brazos para palpar el puto reloj, pero me pesan un huevo!!!
Debo seguir obnubilado por la mierda de la anestesia, ¡vaya un tonteo guapo!!!......
....ahora floto de nuevo, ¡cómo mola, coño!....."
"¡Ayyyyyyy!!!!!! ¡qué pinchazos otra vez!!!
Debe ser la herida....a ver si vienen a ponerme algo......"
"¡Joder......vaya frío hace...!!!"
"¡Puuufffff!!!! ¡qué oscuro me han dejado....vaya mierda....."
"....¡¡¡no puede ser!!!, ¡esto que toco con el pié está mullido
pero la ostia de cerca!!!! ............¡Y a los lados también!!!!!!!....
.......¿estoy como en una urna o quéeeee!!!????? ¿qué broma es esta!!???????"
"¡¡¡Aaaaaahhhhhhh!!!!
¡¡Socorroooooooooo!!¡¡¡Ayudaaaaaaaaaaaa!!!!
¡Nooooo!!!¡nooooooooooooooooo!!!¡¡¡Dios míooooooooooo!!!
¡¡¡Aaaaaahhhhhhh!!!!!¡Ayudaaaaaaa!!! ¡Me ahogoooooooo......!!!"