FREAKS (1932)La Parada De Los Monstruos (Freaks, 1932) es otro gran clásico de esta época. Su director es Tod Browning, el responsable de Drácula (1931) y de otras joyas de lo extraño como Garras humanas (1927) o Muñecos infernales (1936),
Antes de ser cineasta, Tod Browning trabajó en los circos más famosos del mundo, como el de los “Ringling Brothers”. Allí realizaba un macabro número conocido como “el cadáver viviente”. Recordemos que los circos de principios del siglo XX nada tienen que ver con lo que conocemos ahora. El circo de antes era un teatro de la crueldad donde se exhibían todas las malformaciones del ser humano como si de magia negra se tratara: el hombre elefante, la mujer barbuda, enanos, retrasados mentales, mutilados… no había piedad.
La parada de los monstruos surgió en el momento en el que Browning rompió con la Universal y se fue a la MGM, donde Irving Thalberg le esperaba con los brazos abiertos. El productor quería realizar una película de terror que rivalizara con las producciones de la Universal. Encontraron lo que buscaban en Spurs (Espuelas), un cruel relato de Tod Robbins.
En dicho relato se narraba la historia de Jacques Courbé, un enano circense francés que se enamora de su voluptuosa compañera, Jean Marie, una hermosa y atlética caballista. La turbulenta relación entre ambos y la traición de la bella junto con su forzudo compañero de número desencadenarán el drama.
La elección del elenco de actores no supuso un gran quebradero de cabeza para Browning. Con un presupuesto muy ajustado, optó por contratar a actores de segunda fila como Leila Hyams, Wallace Ford y Henry Victor, o a una estrella que ya estaba en el ocaso de su carrera como Olga Baclanova. Para la elección de los freaks, el director de cásting recorrió durante varias semanas varias ferias del este de Estados Unidos, realizando fotografías que enviaba a Browning para que él seleccionase a los elegidos.
El rodaje de La parada de los monstruos transcurrió durante treinta y seis días entre los meses de octubre y diciembre de 1931 en los estudios Culver City. Aunque los actores profesionales se acostumbraron pronto a la presencia de las criaturas del circo, un buen número de técnicos y empleados de la MGM presentó una protesta formal para evitar que los freaks utilizaran el comedor del estudio.
Browning gozó de bastante libertad durante el rodaje. Los problemas vinieron cuando la película ya estuvo totalmente montada y algunos ejecutivos pretendieron impedir su exhibición. Los preestrenos, que eran ya un importante componente de la postproducción, rebelaron que el público no aceptaba los monstruos reales en pantalla, muchas personas se levantaron a mitad de la proyección para salir corriendo de la sala.
Se decidió reducir la duración inicial de hora y media a poco más de una hora, y rodar una nueva entrada y final. La versión mutilada modificaba la película ideada por Browning, que era mucho más cruel y tierna a la vez.
La versión definitiva se estrenó el 10 de febrero de 1932 en el Fox Criterion de Los Ángeles. A pesar de críticas sumamente elogiosas, sólo permaneció en cartel durante dos semanas. La exhibición regional no logró compensar las pérdidas en ciudades importantes como Los Ángeles, donde la película fue un fracaso, o San Francisco, donde nunca se llegó a estrenar. En algunos estados fue prohibida y las pérdidas económicas llegaron a los 164.000 dólares. La MGM retrasó su estreno en Nueva York hasta julio y a continuación fue retirada de la circulación. En Europa la situación fue peor, en Gran Bretaña se prohibió el filme en su integridad durante más de treinta años (se estrenó en mayo de 1963) y en España no se autorizaría su exhibición hasta el 10 de junio de 1997.
Tod Browning, que había debutado en la dirección en 1915 y que llevaba más de cuarenta films a sus espaldas, sólo rodaría cuatro películas más.
En 1961 la New Yorker Film Society proyectó La parada de los monstruos durante una semana. Todo esto motivó su reaparición en 1962 en la 23 edición del Festival de Cine de Venecia, donde fue recibida con entusiasmo. En los 60 el movimiento contracultural reivindicó el término freak (fenómeno, monstruo de feria, bicho raro, espécimen anormal) como distintivo propio. En los sesenta, los hippies se llamaban orgullosamente freaks a sí mismos, una tendencia que continúa hoy en día.
En 1986 MGM-UA Home Video lanzó La parada de los monstruos al mercado de vídeo doméstico con un elaborado embalaje. Su difusión masiva, con el estreno cinematográfico en países donde había permanecido prohibida, su distribución en vídeo y DVD, su emisión por televisión y la popularidad de las diferentes versiones teatrales, ha generado una auténtica legión de fanáticos que la han convertido en objeto de culto.