Zelda acepta la mano de Ryota y se deja llevar mientras la lleva en volandas por el aire, con vueltas y más vueltas que parecian infinitas.
De pronto cierra los ojos y se imagina en casa. En su enorme salón de palacio con toda su familia y buena parte de la corte observándola bailar.
Este chico debe tener un montón de virtudes que no deja ver a nadie.
-piensa mirando de arriba abajo a su compañero de baile-
Y también algún que otro secreto inconfesable.
De pronto se detiene la cancion y todo adquiere un tono más desenfadado y lúdico.
Zelda se siente desubicada por un momento y mareada tras las vueltas con su compañero.
Lo mira como si lo estuviera viendo por primera vez, antes de girarse y dirigir una larga y detallada mirada a toda la sala y a cada uno de sus compañeros.
